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sábado, 13 de septiembre de 2008

El churrasco del viernes

Me pidió Jorge que le comprara el Jornal do Brasil, porque los viernes trae un suplemento con la programación cultural completa. Así pues, bajé a Jardim Botânico en horario de oficina para pasar por el banco, por el supermercado y por el kiosko. Con el calor que hacía ese día y los planes que teníamos, me fui derecho a la ducha. La idea era ir a un churrasco cerca del IMPA por el cumpleaños de un amigo de Maycol y, de ahí, marchar a Lapa en el ómnibus.
Cuando me fui a duchar, antes de que me pudiera mojar incluso, se saltaron los plomos. Aquí el agua caliente es eléctrica, ya era de noche, y la señora de la casa estaba muy tranquila marujeando como para buscar y apagar el electrodoméstico correspondiente. Como tampoco tenía tiempo para esperar, me cambié y fui. Si no sabe llevar una casa con inquilinos, que no los tenga.
Fui al churrasco, que ya lo tenía pagado, y esa fue mi primera alegría del día. Un churrasco es como una parrillada pero a la brasileña. En lugar de trocear la carne y ponerla después a asar, asan las piezas enteras y luego trocean. Para acompañar, como aquí no saben qué es el pan, tomar farola. Fue la primera vez que me pareció bien la farola, y nada seca ni áspera, porque la mezclamos con una ensalada muy caldosa. Fue también la primera vez que me pareció bien una cerveza brasileña. Bueno, como son agua, tenía sed, y estaba bien fría, pues cualquier cosa gusta.
A mitad del churrasco se acabó la cerveza y el cumpleañero recaudó para comprar más. Pagamos tanto por la segunda tanda de cerveza como por el churrasco entero, pero no se podía seguir en seco. Al final volvió a pedir más, pero le dije que no, que yo ya había terminado. Debió ser la opción mayoritaria, porque al poco nos disolvimos. Aquí se nota la divergencia entre Maycol y yo: para él lo importante el la cerveza, y el churrasco es una excusa para beber, para mí lo importante es el churrasco, y la cerveza es sólo para regalo.
Para amenizar la velada pusieron música directamente de los mp3 a los altavoces del chiringuito. Pusieron de todo, incluyendo Have you ever seen the rain? o una versión de Under my umbrella en portugués, con la letra totalmente cambiada. Pusieron salsa y otras músicas en español, para delicia de los peruanos y colombianos, y una cosa que me resisto a denominar música y que dicen que se lleva mucho en Lapa.
Como no se me quitaron las ganas de ir a Lapa, para ir de una vez, esperé para ir. Como allí sólo se movían Carol, Carlos y Luz, marché con ellos, que tomaron camino de la parada del ómnibus. Se pasaron de largo, bajando hasta casa. Como está al lado, pensaba que querían dejar o coger algo, así que esperé. Al parecer, no tenían ninguna intención de marchar a Lapa. Yo tampoco estaba por la labor de subir a la parada del ómnibus sin garantía de encontrarme a Maycol.
Mientras esperaba, me puse a hablar con los Bruno y Mauricio. No sé por qué, pero sólo charlamos a horas intempestivas. Estuvimos repasando el sistema docente del IMPA, ese gran menospreciado. Resulta que en el IMPA se puede estudiar todo lo que yo estudié en la carrera, pues tienen que nivelar. Como todo en este país, tiene errores de bulto que se podrían solucionar si coste adicional, pero no lo hacen. Si la política de selección del IMPA fuese hacer superar a los alumnos dificultades innecesarias, al menos habría un plan detrás de esto.
Como escribo esto con mucha distancia, no recuerdo bien, pero creo que después de esta charla, me duché al fin. A partir de ese momento cogí la costumbre de ducharme por la noche, cuando no hay cola ni sobrecarga eléctrica.

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