Destacado: Aventura de Grenoble (2012)

lunes, 8 de septiembre de 2008

Subida al Corcovado (segundo intento)

Esta tarde subí finalmente al Corcovado. Tampoco encontré autobuses de la línea 584 que buscaba ayer, pero ya me había mirado otras líneas alternativas. Puede tomar la 570, cuyo itinerario al principio de despistó, porque atraviesa un túnel alterando el orden normal de los barrios. Llegué pues, a Cosme Velho, de donde sale el tren al Corcovado. Localizar la estación no tiene pérdida, porque está enfrente de la iglesia del apóstol olvidado. Allí estaba la parroquia de San Judas Tadeo, cuyo título rezaba “Judas apóstol y mártir”.
Yo veía una cola temerosa, pero luego me dijeron que yo no tenía que esperarla, que era un grupo organizado. Ese tal grupo era el 12º congreso de la pastoral familiar. Todos llevaban cruces, rosarios y medallitas del Papa. En el vagón todos los que me acompañaban eran de este grupo, pero me dejaron colarme para entrar en el primer grupo. El tren es electrificado con catenaria, pero tiene una cremallera entre ambos raíles para poder subir las cuestas. La subida es impresionante, y la vista desde arriba también.
El cristo es más pequeño de lo que me esperaba. Está todo hecho de triangulitos pequeñitos; si fueran azulejos lacados, parecería de Gaudí. Tiene marcados el corazón y los agujeros de los clavos. Aparecieron unos animales salvajes que iban a buscar entre la basura algo de comer. Parecían una cosa intermedia entre mapaches y tasugos. Eran muy graciosos y los turistas les echaban de comer.
El tiempo que prometía soleado, se torció según caía la tarde. ¡Malditos autobuses que me impidieron haber ido ayer! Pero aún así, tuve la oportunidad de ver la ciudad desde sin nubes hasta con niebla. Incluso nos atravesaron algunas nubes, lo cual resultó espectacular: el cristo se llevaba a desvanecer por completo para emerger entre la niebla, como cuenta el evangelio que se les apareció a los apóstoles después de resucitado.
El problema era que todo esto vino acompañado de viento, de frío relativo y de algo que parecía lluvia, y yo me había ido de corto por el gran calor que hacía y se preveía. Lo que parecía lluvia creo que era condensación en las hojas de los árboles, porque sólo llovía debajo de ellos. El espectáculo del cristo en la niebla lo vi sentado en el suelo, para cortar el viento, pero luego ya me marché a tomar el tren de vuelta. En la cola sí que pasé frió, hasta que pasamos a la zona de embarque, pero lo pasé menos tiempo que muchos otros.
Abajo en Cosme Velho hacía 22ºC y se podía pasear. Me la volvieron a jugar los autobuses. Me coloqué en la acera donde esperaba encontrar el 569, que es el sentido inverso de aquél con el que había venido. Encontré dos autobuses de las 583 pasando por San Judas Tadeo en sentidos opuestos; yo fui al de mi lado, pues esperaba que fuera el mío, pero era el contrario, porque iba por Botafogo en lugar de por el túnel. Me cambié de acera y esperé a que pasara algún 583. Comencé a bajar la calle y no me topé con ninguno hasta Largo de Machado; lo que sí me encontré fue venir a varios 584, que es con el que quería haber venido ayer. ¡Malditos autobuses de Rio!
Allí en Largo de Machado hay una boca de metro. Con el billete unitario no se puede trasbordar, pero se puede pedir unitario+trasbordo por el mismo precio. Así ya entiendo qué sentido tiene utilizar el Metrô na Superfície, siendo más caro que el ómnibus, es que se puede conseguir un trasbordo gratis. Mi idea era tomar el metro hasta Botafogo y continuar con el trasbordo hasta Jardim Botânico. También podría hacer tomado allí el 409, que me deja en la puerta de casa, pero esta vez sí que me veía con ganas de subir Pacheco Leão, no como el día del eclipse.
Resulta que el tiempo que te dan para trasbordo es de 2h, y trasbordando en la 2ª estación me iba a sobrar por todos los lados, así que decidí aprovechar ese tiempo para cenar en el Kilograma, que está a veinte metros de punto de trasbordo, ya que empezaba a tener hambre y no me apetecía esperar.
Aunque sea más caro que el ómnibus, yo me fío del metro, porque sabes por dónde tiene que pasar. Ya me tengo trazada una excursión que puedo hacer por el sencillo del Metrô: Maracanã y Maracanãzinho. Acepto comentarios de los futboleros, que me digan qué es lo que se podría ver por allí.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡que pena de fotos! Me alegro de que fuera tan impresionante.

Alberto dijo...

Para mí una cámara de fotos no es sino un engorro. Además, aquí te convierte automáticamente en blanco de los ladrones. Y, otra cosa, ¿cargan también 125V?