Destacado: Aventura de Grenoble (2012)

lunes, 22 de septiembre de 2008

Subida al Corcovado (tercer intento)

El viernes 20 quedé con Jorge para repetir la excursión al Corcovado que el hiciera con Javier Ribón en 2006, pero sin lluvia. Como el camino no es claro y el que se lo sabía era Javier Ribón, miramos en internet y encontramos un mapa detallado para no perderse. Como a esa hora estaba cerrada la sala donde se puede imprimir, lo copié a mano, que tampoco cuesta tanto siendo tan esquemático.
Habíamos quedado el sábado a las 9:30 en el Parque Lage, y conseguí madrugar lo suficiente. Lo que creí que me iba a retrasar fue Doña Celia, que tiene una habilidad para buscar los momento más inoportunos para decir cosas importantes. Tengo la sospecha de que lo hace a posta, para intentar pillarte en un renuncio o que le des la razón para librarte de ella y pasar a lo importante.
Pensaba que llegaba tarde, pero un sábado a esas horas no hay nada de tráfico. Hice un trayecto en ómnibus que me dio incluso 5 minutos de adelanto. Allí me encontré con Jorge y comenzamos a subir hasta por la parte que era fácil de recorrer pero fácil de perderse, porque había muchas bifurcaciones. Luego seguía una parte muy empinada donde era imposible perderse, porque sólo había un camino. En ocasiones parecían escaleras marcadas por las raíces. Otras veces había que agarrarse a las ramas. Si el camino estás húmedo debe ser peligroso.
Ya dejamos de charlar y sólo decía Jorge “todavía queda lo peor”. En un momento había que escalar una roca resbaladiza sin puntos de apoyo ni de agarre. Jorge dijo “pues hay otro sitio peor ya cerca del final, tanto que han tenido que poner unas cadenas”. Pudimos comprobar que ése era el sitio que antes tenía las cadenas, pues conservaba las argollas y estaba cerca del final. Fuimos a dar a la vía del tren, a una altura donde hay santos: Nossa Senhora, São Sebastião, etc. Cuando estábamos mirando el paisaje en la curva OH, pasó el tren subiendo. Al llegar arriba pudimos comprobar que no se podía subir al Cristo sin entrada, salvo si subes en el tren, y que tampoco se puede comprar la entrada arriba. Lo mismo les pasó a los grupos que hacían el camino delante, y supongo que también a los que venían detrás.
Antes no cobraban por entrar, se les debe haber subido a la cabeza eso de ser Maravilla del Mundo. Está bien que lo exploten, pero que dejen la posibilidad de comprarlo arriba. Simplemente no habían considerado que la gente puede subir desde el Parque Lage, que es una ruta conocida y figura en las guías, en lugar de por la carretera. Para evitar la congestión en la cima del Corcovado, lo que habían hecho era poner la entrada en Paineiras, no dejando subir vehículos más que de los trabajadores. La gente compra la entrada en Paineiras y toma unos microbuses que suben y bajan, como a Machupicchu. La única solución que nos dieron fue que bajáramos en microbús, compráramos la entrada y volviéramos a subir. Tampoco sé si nos habían dejado montarnos sin entrada.
Evidentemente bajamos, pues ambos habíamos estado ya antes. La bajada fue larga; más que la subida, porque es menos empinada. En un cierto momento rodeamos una favela . Menos mal que iba con Jorge, porque me habría dado mucho miedo estar tan cerca de una favela solo. Cuando empezó el barrio de Cosme Velho es cuando el camino volvió a ser empinado. Había que irse frenando de lo inclinas que estaban las calles, algo así como la calle que baja entre las Cerradillas y la casa de la Cristi.
Ya abajo, vimos la plaza del Boticario y seguimos para Laranjeiras. Vimos los soportales donde se refugiaron Jorge y Javier Ribón. Paramos en un restaurante de Laranjeiras a comer feijoada, porque los sábados es costumbre comer feijoada. Ninguno pudimos con lo que nos sirvieron, aunque Jorge cayó antes. Como hacía buena tarde y ya estaba cerca del centro, decidí marchar a Niteroi. Tomé un ómnibus hasta la Praça XV, que es donde se toma el ferry a Niteroi. Cuando ya estaba en Niteroi me di cuenta de que no tenía más referencia de dónde estaba el Museo diseñado por Niemeyer que cerca. Estuve pasaeando por Niteroi, pero nadie me ofrecía confianza para preguntar.
Volví decidido a ir a Lapa, bien al 2º concierto del ciclo que empezó la semana anterior, bien a tomar el 409. Para no volverme a perder, retrocedí hasta la Avenida Presidente Vargas, hasta llegar a la estación de metro Uruguaiana. Ahí pude ver en el plano que tienen cuál era el camino hasta Lapa. Por el camino, puede ver la extraña catedral de São Sebastiao, pero parece una pirámide azteca, pero conoidal. En Lapa vi la temerosa cola que había para el concierto, así que tomé el 409 y me fui a casa a ducharme y a descansar. Supongo que si hubiera llegado 5 minutos antes en Niteroi, podría haber tomado el ferry anterior y llegado antes. También habría ganado tiempo si me conociera Centro.

No hay comentarios: