Destacado: Aventura de Grenoble (2012)

miércoles, 31 de diciembre de 2008

Annus Novus

Año 2008 del Señor, era de 2046 años, 31 de diciembre, pridie kalendas januarias, miércoles, cuarta feria, festividad de San Silvestre.
No dejaré de recordar este año, para refrescar la memoria de mis lectores, las raíces hispánicas de la fecha de Año Nuevo. En los primeros tiempos de la República Romana, el año comenzaba en marzo, lo que hace coherente los nombres de septiembre, octubre, noviembre y diciembre con la posición de estos meses en el año. Durante la dura guerra contra Numancia, para poder ganar dos meses y pillar a los celtíberos con las defensas sin terminar, dimitieron los cónsules romanos y se celebraron elecciones anticipadas. El nuevo gobierno tomó posesión el 1 de enero y mandó las legiones a Hispania. El carácter sagrado de la anualidad de los mandatos republicanos obligó a que, desde entonces, a que a efectos políticos, civiles, comerciales y fiscales el Año Nuevo fuese el 1 de enero. A efectos religiosos seguía siendo en marzo, de donde proviene la tradición de las marzas, y no sería ajustado al 1 de enero hasta la reforma de Julio César.
Hemos sido los españoles quienes, a lo largo de toda la historia, hemos conservado el Año Nuevo en el 1 de enero. La Iglesia, a sabiendas de que era una fiesta pagana, fue muy reacia a celebrar es Año Nuevo en esa fecha, utilizando el 25 de marzo, festividad de la Encarnación del Señor, en su lugar. Los británicos, que lo único bueno que tienen es el té de las cinco, utilizaron este año hasta 1752, cuando implantaron el calendario gregoriano. Como no se podía esperar otra cosa de un país donde se conduce por la izquierda, el año fiscal continuó teniendo 365 días, descontando bisiestos, por lo que sus ejercicios fiscales no corresponden a los años naturales, como en los países civilizados, sino que cambian en abril, que es cuando caería la Encarnación según el calendario juliano.
Haciendo un repaso personal de este año 2008, ha sido un año invernal. Comenzó en invierno, como todos los años del calendario gregoriano en el hemisferio boreal, que duró hasta es equinoccio de marzo. El 8 de julio volví a encontrar el invierno en Lima, invierno austral que duraría hasta el equinoccio de septiembre. Y ahora cerramos el año nuevamente bajo invierno boreal. Empecé el año viajando a Francia y lo acabo viajando a Francia. Por reyes fui a Orsay, en la conurbación de París, y ahora por navidades vengo de Limoges. ¿Es que sólo voy a conocer Francia en invierno y con decoración navideña?

lunes, 29 de diciembre de 2008

El BOE se actualiza ¿y los MR?

Tanto el Boletín Oficial del Estado como los Mathematical Reviews se editan tanto en papel como electrónicamente. Ambos son una colección de piezas breves sin relación unas con otras. El orden de ambas publicaciones es cronológico desfasado: dos órdenes ministeriales del mismo día pueden salir publicadas en BOE con varios días de diferencia y dos artículos del mismo mes pueden salir reseñados en meses distintos. El contenido de ambas publicaciones es tremendamente útil, pero la publicación en sí no es sino una masa de papel tan grande que resulta totalmente inútil sin un buen índice.
Desde hace años, ambas publicaciones son accesibles desde internet. Este medio ha ido ganando al papel por la comodidad, rapidez y potencia de sus búsquedas. Respecto al BOE sólo puedo hablar por mí, que sólo he utilizado la versión electrónica, pero respecto a los MR puedo decir que todos, desde nosotros hasta los más mayores, utilizamos exclusivamente su versión electrónica: el MathSciNet.
Me resulta sorprendente que los MR sigan publicándose en papel. Me resulta más sorprendente que el BOE tome la delantera a los MR a la hora de prescindir de la imprenta, ya obsoleta como medio de difusión.

lunes, 22 de diciembre de 2008

Estación “Rosa de Lima”

Después de esta visita relámpago, llegué a la estación “Rosa de Lima” de Burgos y la vi a la luz del día. Si todo hubiera funciona como está programado, podía haber cogido el (único) autobús que sale de la estación nueva y bajar hasta la Plaza de los Delfines (nombre “altamente patriótico” con el que los “endémicamente fascistas” habitantes de Burgos llaman a la oficialmente Plaza de España) para salir corriendo hasta la Estación de Autobuses a coger el Coche de Línea. Como estas cosas no funcionan en España, quedé en que me fueran y buscar. Aprovechamos, obviamente, para comprar, para maldecir la nueva estación y cagarme en el alcalde de Burgos.
También me cagué en la ministra que bautizó la estación. Deberíamos haber hecho como los ovetenses, que se negaron a aceptar el nombre de Clara Campoamor para la estación de Llamaquique. Argumentaron, en buena lógica, que nuestra tradición denomina a las estaciones, puertos y aeropuertos con el nombre de la ciudad a la que sirven más el del distrito donde se hallan. Darles nombres de personas a las que se quiere rememorar es una tradición más americana (a ambos lados del istmo) tardíamente europea. Añado yo que, para una vez que la tradición y la sencillez apuntan en la misma dirección, no cabe duda de cuál debemos seguir. Así pues, deberíamos hablar de la estación de Burgos-Villímar. Por cierto, la ministra pudo satisfacer su capricho bautizando como Clara Campoamor a un barco de Salvamento Marítimo.
Burgos está cada vez más lejos del pueblo. Primero, la estación está en Villímar. Segundo, se cayó el puente de Costana y ahora hay que tomar toda la circunvalación de Salas. Tercero, la variante de los Vados nos aleja más aún Burgos.

Visita relámpago a Pucela

Ya había cumplido el viaje a Limoges para trabajar con Jacques Arthur, pero aún quedaba lo más importante: volver a Valladolid antes del martes a tramitar las facturas y poder cobrar. Lo que no se tramitaba y justificaba antes del martes 23, se perdía.
Resulta que un vecino mío del pueblo que vive en Valladolid marcha los lunes por la mañana, luego aproveché y me fui con él. Salimos a las 9:30, pero tuvimos que dejar a un pasajero en Burgos, lo que nos hizo que el viaje total durara 3h. Para lo que tenía que hacer, me sobraba. Tramité las facturas, hablé con Jorge y con Lorena y marché a comer. Como el comedor de la Casa del Estudiante estaba cerrado, fui al chino que hay cerca de la resi.
Después de comer, marché al tren. Volvía en el tren de las 4, al que ahora han adelantado unos minutos. Supongo que la causa de ese adelanto es un Alvia que va a Gijón. De hecho, entraron a la vez en la estación, uno por ancho ibérico y el otro por ancho internacional. Salió antes el regional, y creo que la idea del adelanto es que el Alvia no tenga necesidad de adelantarlo en su trayecto común hasta Palencia. Al Alvia le quedaba todavía llegar a paso de tortuga al intercambiador de ancho. ¿Y cuando llegue tarde el regional exprés? Supongo que entonces le harán esperar más hasta que pase el Alvia delante.

domingo, 21 de diciembre de 2008

Huelgas estudiantiles

Todas las mañanas veía huelgas de estudiantes. Subían por el Boulevard Victor Hugo y se concentraban en la Place d'Aine. Le pregunté a Jacques Arthur de qué nivel eran y qué pedían. Él me respondió que eran universitarios descontentos con el rector. El viernes pude leer la palabra lycéens en una pancarta, con lo que quedó claro que eran del secundaria. Jacques Arthur me explicó que ya se había informado y protestaban contra ciertas reformas recientes del gobierno, pero en general porque el gobierno es de derechas y los estudiantes de izquierdas.

sábado, 20 de diciembre de 2008

¿Es ésta la ciudad donde nací?

Como ya sabía del viaje de ida, el Alvia tiene un enchufe debajo de cada asiento. ¡Un enchufe bajo cada asiento en turista, mientras que los gabachos tienen uno para todo el vagón en primera! Se podrá argumentar que el Alvia es un tren de gama alta, ¡pero es que estos regionales tendían un precio por kilómetro de casi el doble que el Alvia! Enchufé el portátil y me entretuve leyendo blogs hasta que pusieron la película. Si sé el hambre que me iba a tener, me había ido a la cafetería del Alvia antes de que empezara la peli. En total tardé menos que en la ida, pues las paradas fueron más razonables.
Llegué, esta vez sí, a la nueva estación “Rosa de Lima” de Burgos. La puedo describir con dos palabras: una mierda. Ya puestos a hacer una nueva estación, podían haberla hecho bien, no para que se quede raquítica tras la primera reforma. Podían haberle puesto unos andenes anchos, como los que hay en Francia, no de esos que resultan impracticables a la altura de las bocas de acceso. Al menos, sólo faltaba que no lo hubieran hecho así, todos los accesos tienen tanto escaleras mecánicas, como convencionales, como ascensores. Bueno, en lugar de escaleras mecánicas, uno tiene una rampa mecánica de esas para poder subir los carritos de los centros comerciales, pero con una velocidad de la mitad. El vestíbulo, al menos, es grande y diáfano, para que no se quede en nada cuando le empiecen a quitar espacio para quioscos y pongan un tenderete informativo sobre la llegada de Alta Velocidad, como hay en Valladolid.
El vestíbulo da a la altura de la calle, que es un piso por debajo de las vías, aunque lo de “la calle” es un decir. No es calle, ni carretera, sino un caminucho de obra que llega hasta la Ronda Interior Norte, pero sólo al carril más cercano. Si quieres tomar el otro carril, tienes que dar la vuelta en la siguiente rotonda. Como circunvalamos Burgos por el Este, no vi nada que pudiera reconocer. ¿Es ésta la ciudad donde nací? No, no es Burgos, ni siquiera en Gamonal de Riopico, es Villímar.

Ya es casi España

Mi tren hasta Hendaya era un TGV, pero yo no le vi nada de lujo ni mejores prestaciones que al regional. Para empezar, no tenía reserva de plaza, habiéndolo comprado con 6 días de antelación. No había sitio para dejar los equipajes. Ocupaban medio vagón un grupo de críos con unos monitores de la SNCF con gorras verdes. Menos mal que el tren estaba lleno de españoles. Supe que aquél al que le fui a preguntar si me dejaba ocupar el asiento de ventanilla era español porque vi la portada del libro que se estaba leyendo: una de estas novelas gordas rusas, no recuerdo si Guerra y Paz o Crimen y Castigo. Allí me acabé de comer el bocadillo.
Aunque mi billete era hasta Hendaya, como el tren iba hasta Irún, seguí hasta Irún. Así me evitaba tener que tomar el EuskoTren, que no te deja en la misma estación de Irún. Parece ser que lo trenes salen de su país (los Alvia de España y los TGV de Francia) pero llegan al país contrario. En lugar de tener las vías mezcladas como en Hendaya, la estación de Irún tiene dos playas de vías separadas por la terminal de viajeros. Por cierto, no sé qué tiene el corrector del Word contra Irún, pero lo cambia a placer por Irán o por Atún.
Al llegar a la estación internacional guipuzcoana, como el TGV llevaba retraso, estaba esperando un Alvia con destino Barcelona. El nuestro, el Alvia con destino Madrid, saldría a las 4:20. Pude aprovechar, por fin, para llamar por teléfono. Por cierto, comprobé que cafetería en vasco es kafetegia. ¿Préstamo del francés?

Todavía queda seguir sufriendo a los gabachos

Aunque tenía el tren a las 10:21, para poder absorber cualquier contratiempo, me puse el despertador como los demás días. Al final tampoco me sobró mucho, pero quería disponer de tiempo de sobra para que me hiciera una factura con todos los requisitos administrativos para poderla reembolsar.
Según Google Maps, hasta la estación de los Benedictinos se tarda un cuarto de hora. El último tramo es subida. Las vías pasan al nivel normal, pero la estación está elevado sobre las vías y rodeada por parques que disimulan la ascensión. Como se puede ver aquí, consta de una cúpula redonda que cubre un vestíbulo distribuidor que permite bajar a los andenes. En una esquina se alza una torre que es de las que sirven de referencia como final de varias avenidas de la ciudad.
Validé el billete y me metí al tren. Como los trenes regionales franceses no tienen dos vagones iguales, me metí en el que mejor me pareció. Como llegué pronto, pillé el único asiento con enchufe y saqué el portátil. Como tenía la batería cargada, se lo cedí a una chica. Pasó la revisora y no me sabía explicar, pero entendí que estaba en primera.
Me tuve que levantar para cambiarme de vagón, pero no sin antes tener que esperar a que saliera ella, que estaba muy gorda y lo ocupaba todo. Al salir pude ver un cuadradito de 5cm de lado donde decía que era primera. No encontré diferencia con segunda, salvo ese único enchufe para todo el vagón. Estos gabachos son tan clasistas que son capaces de pagar más no para viajar con mayor comodidad, sino para no viajar con la plebe.
Aunque no había conexión, el viaje me lo pasé leyendo las entradas largas (previamente descargadas) de los blogs. La batería se me acabó antes de llegar a Burdeos, fin de trayecto. En la estación de Thiviers, donde estuvimos parados un rato, nos encontramos una charanga tocando Bella Ciao. Al llegar a Burdeos cerca de la 1, ya tenía hambre, así que fui directo a comprar un bocadillo y le di unos bocados antes de que viniera el otro tren a la 1:15.

viernes, 19 de diciembre de 2008

Incidente inoportuno

Era aún más tarde, y yo tenía hambre. Me había salido mejor haber bajado a cenar y vuelto a la facultad. Tuve que cenar en el otro kebab kurdo, para no repetir, pero no fue tan fácil.
Cuando llegué a la habitación, al encender la luz, se fundió. No sólo se fundió una bombilla, sino que se saltaron los plomos. Después de explicarme a las de recepción, como no sabían dónde estaba el interruptor, me propusieron cambiarme de habitación a la de enfrente. Lo hice rápidamente, porque no tenía muy desecho el equipaje. Pude localizar todos los bultos, incluso a oscuras los del baño, de manera que, cuando me llevaron una vela, pude ver que no me quedaba nada por recoger.
Entre las explicaciones que di, la mudanza, y las explicaciones que me dieron ellas, casi salgo a cenar a media noche. Resulta que me tenían que dar un código para entrar después de la medianoche. Además, estaban cambian el suelo de la sala del desayuno, por lo que la mañana siguiente debíamos pedir el desayuno en servicio de habitaciones.
Cuando volví con mi kebab para podérmelo comer tranquilamente leyendo los plurkeos de Rodericus, resulta que la puerta estaba cerrada. No era medianoche, por lo que me sorprendió, pero me puse a hacer malabarismos para sacar el código. Menos mal que salieron a abrir las de recepción.
¡Al fin pude descansar!

La despedida

¡Vaya última tarde que tuve en Limoges! Me dio tiempo a hacerme ideas y a deshacerme de ellas. Jacques Arthur tuvo que hacer todo lo que tuvo que dejar de lado a causa de sus alumnos. A los españoles nos dejó para los últimos. Cuando acabó con Ahinoa, cuya abuela es de Aldea del Pinar, ésta se marchó derecha a cenar, hacer la maleta y tomar el trenhotel Paris-Barcelona. No le faltaba tiempo, pero tampoco le sobraba. Mientras recogía me comentó las condiciones de su beca, que está dotada por el gobierno regional. Cobra el salario mínimo, pero cobra más que nosotros, y cobra la docencia aparte.
Todavía tuve que esperar a que Jacques Arthur comparara el billete a París de todos los lunes. Como la página de la SNFC es una mierda, siendo Jacques Arthur informático antes que matemático, prefierió la venta telefónica. Después me atendió a mí, y me dio sólo un cuarto de hora. Cuando se cumplió, le llamó un italiano al que tenía que ir a recoger a la estación. Me dejó más lejos del hotel que de costumbre y nos fuimos cada uno por su lado.

El seminario lemovicense

Los viernes hay seminario a última hora de la mañana en Matemáticas. Allí se junta todo el mundo y después van a comer. Como a comer no van juntos, y nadie me invitó a comer con él, tomé un autobús y bajé a la ciudad. Tuve una suerte terrible, porque estaba justo en la parada. Bajé y comí en un restaurante pequeñito donde, casualmente, la dependienta hablaba español. No supo traducirme el postre, que era un pastel típico de navidad. Creo que en España no lo hay, que dulces navideños no nos faltan. Parece ser que es de tradición nórdica, por lo que me resultó sorprendente encontrarlo tan al sur. A la vuelta tuve tanta suerte con el autobús como para la venida.

jueves, 18 de diciembre de 2008

Horarios franceses

Yo esperaba que en Francia los horarios fueran muy tempranos, pero con Jacques Arthur me encontré lo contrario. Visto lo que me ocurrió los días anteriores, y sabiendo que la mañana del jueves tenía examen, decidí no ir a la facultad. Visto lo tarde que volvía al hotel y lo pronto que se desayuna allí, decidí dejar la ducha para después del desayuno. A poco que me entretuve, se me hizo la hora (francesa) de comer. Volví a esa plaza a la luz del día, y encontré muchas ofertas de menú del día.
Después de comer, y sólo entonces, marché a la facultad. Ese día Sergei Abramov iba a dar un convite despedida. Había bastante comida y bebida como para, por muy tarde que acabara con Jacques Arthur, no se me quejaran las tripas. Ofreció tres tipos de vinos: uno rojo de Borgoña, uno blanco de Burdeos y uno de Champaña. El blanco estaba muy bueno. Barkatou dijo unas palabras en inglés, cosa rara en él, y dijo que ya Abramov estaba bien integrado en la cultura francesa, porque los dos convites anteriores los dio con vodka.
Después del convite, alguien que no quiso dar la cara lavó los vasos en el baño de señoras. EL viernes me interrogarían por si fui yo, pero hubo un malentendido. Cuando dijeron glasses con unas gafas en la mano entendí gafas en lugar de vasos.
Me dio tiempo a revisar un montón de cosas antes de hablar con Jacques Arthur. Charlamos a unas horas intempestivas, pero fue la charla más esclarecedora de todas. Al final me tuvo que llevar al hotel. A esas horas ya habían cerrado hasta los chinos, sólo estaban abiertos los kebab kurdos. Como ya se me había bajado totalmente la merienda de Abramov y tenía ganas de cenar algo, me pillé un kebab en uno de los dos que hay en esa plaza. A la vuelta em encontré con un montón de estudiantes que salían de fiesta.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Los alumnos de Jacques Arthur

Durante todo el martes estuvieron viniendo alumnos de Jacques Arthur porque exponían el miércoles y se examinaban el jueves. El miércoles, de hecho, Jacques Arthur no apareció hasta una hora tan tardía que yo ya me estaba marchando para poder tomar le último autobús y cenar en un sitio razonable.
Después de esperar un buen rato al autobús, desistí y bajé andando. Había una niebla espesa y mucho frío. Al final, cuando llegué, ya era tarde, pero no demasiado. Decidí explorar un poco los alrededores en otra dirección. Encontré una plaza llena de restaurantes tanto ella como las bocacalles. El problema es que a esas horas ya estaban cerrando, salvo los chinos. Así pues, cené otra vez en un chino, y pude comprobar cómo me pude comunicar exitosamente en francés con una china.
Probé si, por casualidad, funcionaba mi difunto teléfono y —¡aleluya!— funcionó. Parece ser que se secó y ya funciona.

Convite de Primitivo

El miércoles había quedado con Primitivo, que me invitaba a comer en su casa para que conociera a su mujer y a sus hijos. Fui a la facultad casi exclusivamente para quedar con él, pero salimos muy tarde. A esa hora, como todo el mundo está comiendo, es la hora más tranquila para trabajar. Como no fuimos directos a su casa, sino que pasamos antes por la gasolinera y por el Champion, ya tenía bastante hambre cuando llegué. Como ya me acostumbré en verano a la comida sudamericana, no me sorprendió la paletada de arroz inmensa que cubría el plato. De primero puso alubias pintas, con lo que me esperaba otro día de gases. Según su consejo, eché el arroz a las alubias, que esto queda bien. Esta es la costumbre brasileña, a diferencia de la costumbre española de echar arroz mientras se cuece, una manera perfecta de echar a perder tanto las alubias como el arroz.
Sirvió desde el principio los dos platos: las alubias y el filete ruso con una paletada de arroz. Aquí sin embargo, si comen las alubias con cuchara. Cuando estaba acabándome las alubias me preguntaron mosqueados que si era vegetariano, porque no había probado el filete. No les entraba en la cabeza eso de dos platos. Los gabachos son muy jerárquicos en esto, como en todo, y hay un solo plato principal, siendo lo demás entrantes o postres. Así pues, acabé las alubias con su arroz y pasé al filete acompañándolo, en el hueco que dejó la paletada de arroz, con ensalada.
Su mujer me resultó muy maja, y su crió el pequeño tan hiperactivo que hacía a su hermana pasar desapercibida. Si se me hace raro que estos jóvenes como Joris o Jacques Arthur estén casados, más que lo esté un estudiante de doctorado. Bueno, en términos sudamericanos no es tan raro, como Carlos el paraguayo en el IMPA.

martes, 16 de diciembre de 2008

Martes en la Facultad

Cuenta Cide Hamete Berengeli, autor de esta verdadera historia, que el martes Alberto y Jacques Arthur iban a trabajar a última hora de la mañana, que para los franceses es de 11 a 12, o bien después de las 6:30. Se presentó, como buen español, pasadas las 11, pero con un restraso imputable a las STCL, ya que tuvo que esperar más del doble de la frecuencia de paso del autobús. Tampoco le habría servido de nada llegar antes, pues no por mucho madrugarv amanece más temprano. Como Jacques Arthur no había llegado antes del mediodía, fue a comer solo. A esa hora había una masificación terrible, pero desprecible en comparación con la cola que se formó a sus espaldas. Varios metros más atrás de esta cola estaba Primitivo, con el que compartió mesa. Como todo estaba tan lleno como escasamente señalizado, se metió en el comedor de profesores. En el IMPA son muy clasistas, ¡pero allí comen todos juntos: maestría, doctorado, investigadores, visitantes y gente de los congresos, sean de congresos del IMPA o de jardines botánicos!
La comida que eligieron fue fabada, con su compango, pero no había cucharas para comerla. ¡Al menos los brasileños la espesan con arroz o farofa! Así pues, tomaron dos cucharillas de postre: para la fabada y para el postre. Como Jacques Arthur estaba saturado de ocupaciones, no atendió a Primitivo a las 4 ni a Alberto a la 6:30. Al final, le atendió a las 8, saliendo cerca de las 10. Como ya se había pasado el último autobús, Jacques Arthur tuvo la gentileza de acercar a Alberto hasta su hotel. Sabiendo o tarde que era, para la vida francesa, y que no tenbía excesiva hambre, fue a una tienda de bocadillos que vio en la calle de la noche anterior y se lo llevó para come en la habitación.
Aunque había llevado el ordenador a la facultad y Jacques Arthur le había dicho que se podía conectar por DHCP en una clavija que él tenía para tales menesteres, no lo consiguió ni bajo Windows XP ni bajo Ubuntu Hardy. Lo que sí que consiguió fue hacerse té en la sala de café de Matemáticas. Allí le café cuesta 35c. pero el té es gratis. Jacques Arthur lleva su propia taza, pero también los vasos del agua aguantan hervir en el microondas.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Más desgracias y consuelos

¿Por qué se me pasaría por la cabeza seguir la línea hasta la estación de los Benedictinos si la línea 8 no pasa por allí? Bueno, una variante pasa cerca, pero la variante que tomé yo no. Así pues, me tuve que bajar en la última parada sin saber dónde estaba, pues estaba fuera de mi plano, sin nadie a quién preguntar, pues a esas horas Francia está muerta, ni autobuses en sentido contrario, pues ya había salido el último. Un poco intuitivamente, y con la información del plano esquemático de las líneas de autobuses, seguí por una calle que parecía llegar a zona más urbana. Llegué a enfilar una avenida que tenía bien iluminada al fondo la torres gótica de la iglesia, lo que me confirmaba que iba bien y sin rodeos. Parecía que subía, pero lo hacíamos para pasar las vías del tren.
Cuando llegué a las ciudad vieja, me puse a buscar un restaurante donde cenar. Sólo encontré una calle donde los hubiera, y pocos abiertos. Entré en un chino, donde suponía que tendría menos problemas de idioma, y así fue. Era una chino de bufet libre, con lo que no necesité comunicarme para poder comer lo que quise. Es lo que me gustaba de los restarantes a quilo brasileños, que son WYSIWYG, como diría van der Hoeven.
A la vuelta a la habitación, puede comprobar cómo el teléfono se había mojado más de los que yo creía. Requiescat in pace, sit Nokiae terra levis. Para utilizar como despertador, conseguí configurar una alarma de una agenda del ordenador, subiendo mucho el volumen y dejándolo cerca de la cama.

Desgracias y consuelos

Después de comer me bajé a la ciudad para conocerla un poco y, de paso, hacerme con un plano en la Oficina de Turismo y un abono de transportes en las oficinas de la STCL. Con ayuda de Google Maps, me tracé un itinerario redodondo para pasar primero por las oficinas de bus y después por Turismo. No encontré las oficinas de la STCL, así que continué y llegué a la de Turismo. Allí me atendieron en castellano y, no sólo me dieron un mapa igual al que olvidé en la resi, sino que también me vendieron el bono10/7 de transportes. Esto se llama matar dos pájaros de un tiro.
A la vuelta me aventuré a adentrarme un poco por el centro, confiado con mi mapa pero, no queriendo subir hasta la plaza Churchill, estrené mi bonobús en el Carrefour Tourny (que no es un supermercado, sino una rotonda) por donde pasa también la línea 8 en dirección al campus.
Poco después de bajar del autobús comprobé que la botella de agua que llevaba en la bolsa se había abierto y me estaba mojando todo. ¡Vaya día! Aparté todo del agua y lo puse a secar extendido en diferentes sitios en el puesto de la Biblioteca donde me senté. A las 4 fui a ver a Jacques Arthur y, sí, estaba. Estuve hablando con él tanto que se me quitaron todas la penas.
Salí poco después de las 8 para pillar el último bus. Parecía que, finalmente, Francia me sonreía.

Primera mañana en Limoges

Como esparaba que Jacques Arthur me atendiera bien pronto por la mañana, como es costumbre entre los gabachos, me puse el despertador a las 8 para desyunar, tomar el autobús y presentarme allí relativamente pronto, según los estándares franceses. En el desayuno te sirven una jarrita de café y otra de leche, que dan de sí para servirse varias tazas de desayuno. Subí a la Plaza Winston Churchill, que está a escasos metros del hotel, y esperé mi autobús, el 8. Como todas las líneas de autobús y trolebús de Limoges pasan por esa plaza, es una aututéntica estación de autobuses, con distintos andenes en une parte vedada a los coches. Me monté en el autobús pero me conseguí enterare de que no podía comprar el abono de 10 viajes a gastar en 7 días (el que me salía más a cuenta) sino sólo el sencillo. Así pues, pagué el sencillo y me bajé en la Facutad de Ciencias.
La Facutad de Ciencias de Limoges no es un edificio, sino una constelación de edificios: administración, biblioteca, cafetería, comedor, aulario y cada uno de los departamentos. Como yo yan em conocía el de Matemáticas del coloquio de marzo, y su estructura es sencilla, localicé rápidamente el despacho de Jacques Arthur, pero allí sólo había un ruso. Su compañero de despacho me dijo que Jacques Arthur estaba en París, que todos los lunes iba por la mañana a París, y que volvería sobre las 4 de la tarde. Maldiciendo por haber hecho un viaje en balde, que podría haber aprovechado para familiarizarme con la ciudad, fui a la biblioteca y al comedor universitario.
Como sé cómo se las gastan los gabachos, que van a comer a las 12 y cierran el comedor de Orsay a la 1:30, fui a las 11:50 y encontré que la cola no se había formado. Me estuvieron mareando como una perdiz, diciendo que si podía pagar en metálico, leyendo que no, diciéndome que bajara a comprar el tícket, no queriéndomelos vender abajo... menos mal que apareció una mujer que hablaba inglés habló con la cajera.

domingo, 14 de diciembre de 2008

Llegada a Limoges

El tren llegó a su destino en Limoges-Bénédictins a las 10:50, una estación pésimamente señalizada. Tomé un paso subterráneo que no daba salida a la calle donde indicaba, sino acababa en un andamio. Tuve que regresar para tomar las escaletas hasta el cielo y, ahí sí, estaba la famosa cúpula de esta estación. Aquí puede echar en falta el haberme dejado el plano de Limoges en casa. Por suerte, la ciudad de Limoges tiene planos en la vallas publicitarias en lugares estratégicos, con lo que conseguí el mismo efecto que llevando mi propio plano pero sin tener que extenderlo y recogerlo. El inconveniente es que vas más tranquilo con tu propio plano, porque no andas pendiente de tener que encontrar otro, puedes sacar el tuyo.
Si llegas a un cruce en el que una calle no enlaza con la otra, tan perdido estás en un caso como en el otro. Aunque lleves tu propio plano, si vas mal de tiempo, vas a tener que recurrir a preguntar la gente. Por ejemplo, en Barcelona tuve que preguntar a unas putas que estaban desafiando la Ordenanza pero que, sin duda, se conocía muy bien la esquina. Por cierto, en la Rambla todo estab lleno de extranjeros y el único que me supo dar cuenta de la bocacalle que buscaba fue un viejo que bajó a echar la basura, y al que abordé precisamente por ser esto un claro indicativo de que era vecino del barrio.
Voy a tener que ir a la Oficina de Turismo a por un plano como el qiue me dejé en la resi. Lo único que no pude preveer fueron las cuestas. De los Benedictinos hasta Churchill es cuesta arriba. Si lo sé, igual me habría pillado un taxi.
Cuando llegué al hotel, cerca de la medianoche, ya debía creer el tío que no iba a venir nadie. resulta que a medianoche (para loq eu faltaba poco) cierran la recepción y uno tiene que utilizar el portero automático y marcar un código que cambian dos veces por semana. El hotel es, como muchos en Francia, un edificio de viviendas de principios del siglo XX reconvertido. No había ascensor, ni habría cabido, pero después de lo de la estación, ya era poco lo que tenía que cargar. La habitación parecía un salón reconvertido, con una chimenea cegada.

Burdeos y Aquitania

Como tenía más de hora y media de espera en Burdeos hasta tomar el tren de las 20:09 a Limoges, me dediqué a inspeccionarla un poco. Para resuardarme del frío, entré en la ala de espera. Me resultó curioso el silencio que había. Si hubiera habido luz, me habría parecido una biblioteca, pero así parecía un tanatorio. Como sólo anuncian la vía de cada tren con un cuarto de hora de antelación, me quedé allí esperado y merendando a la hora francesa de cenar, por si luego no podía en el tren.
Resulta que los trenes regionales en Francia son verdaderamente regionales en tanto en cuanto están financiados por los gobiernos regionales. Los trenes que tomé eran TER-Aquitaine, y y articulan radialmente Aquitania, cuya capital es Burdeos. Ya dentro del tren, el revisor me dijo, chapurreando inglés, que en Périgueux tenía que cambiar de tren, que el enlace estaba garantizado por la SNFC. Así fue, y pasamos a un tren mucho más pequeño que iba hasta Limoges y que pertenecía a la red TER-Limousine, con centro en Limoges, pero integrado en una sola línea de la SNCF.
Cada vagón de estros trenes era un mundo. Había un vagón de asientos agrupados de 4 en 4. Había otro vagón de asientos con mesa plegable para poner el ordenador. Había vestíbulos entre vagones con asientos abatibles y un toilette de tamaño decente. Este servicio tiene un tamaño para desenvolverse y una puerta automática, tipo servicio público recién estrenado de los que instalan algunas ciudades (como Barcelona, porque los de París dejan mucho que desearn, pero menos da una piedra) en la calle.
Cuando estaba pensando en cenarme la última ración de empanada del Mercadona, el de asiento de enfrente nos ofreció una chocolatina. La rechazamos, pero ya me dio corte ponerme a cenar. Si hubiera sabido gabacho, le habría dicho que yo ya llevaba mi propia cena. Cuando supe que trasbordábamos de tren, pensé en cenar en el otro, pero fui a coincidir (ya es casualidad) con el mismo tío al lado.
El tren hasta Périgueux era enorme y luminoso; en tren hasta Limoges tenía un ambiente más íntimo y nocturno. El tío este bajó en la única parada intermedia hasta Limoges. COmo ya no me podía entretener miranando las estaciones, porque quedaba una hora sin ninguna ya hasta Limoges, me cené lo que quedaba, para no esperar hasta llegar al hotel.

Hendaya y las Landas

Baje en territorio vasco-francés y ¡cómo jarreaba! Había un TGV esperando en el andén, pero no había pillado billete porque Renfe no me garantizaba que pudiera enlazar bien, ya que el margen era muy estrecho y aún no habían firmado un convenio con la SNCF al respecto. Me había dado tiempo a tomar el TGV, pero no a comprar los billetes en Hendaya. ¡Lástima!
Fui a taquilla para comprar los billetes de los regionales franceses, ya que tenía mucho margen. Pensaba que, al comprarlos en Hendaya, hablarían español. ¡Qué va! Al menos la megafonía y los algunos avisos estaban bilingües, ¡qué detalle! Más aún, más de la mitad de la sala de espera éramos españoles, o hispanohablantes, ya que un grupito eran hispanoamericanos.
La señora de la taquilla era una gabacha monolingüe y de mala leche, pero yo me llevaba escrito en francés lo que quería. Como tenía que pagar más de 100€ y yo no me aclaro para distinguir 80 de 4,20 en francés, pagué con tarjeta y listo. Revisé la estación de Hendaya para hacerme a ella, pues a la vuelta tengo menos margen y tomo el trene en Irún. Llovía como si si se hubiera reventado un dique. Estuve esperando un buen rato hasta que amainó, espacio que aproveché para salir a la estación de EurkoTren, más conocido como en Topo, a 50 metros.
Si la taquillera de Hendaya era una borde francesa monoligüe, el taquillero del taquillero del Topo era un paisano vasco muy campechano con todo su acento, que sólo le faltó decir aibalaostia. Seguramente ocurre esto porque ella era una empleada de la SNFC, empresa que opera en toda Francia, y él un empleado de EuskoTren, empresa que opera en las Vascongadas, que así es como se llaman conjuntamente esas tres provincias.
Los billetes de tren en Francia hay que picarlos antes de subir, como se hace en España con los abonos. ¿Para qué hacen eso, para que uno no pueda reclamar por retraso de un tren que no ha tomado ni cambio de un tren que ya ha utilizado? Me subí con antelación a mi regional TER, cuyos vagones recuerdan al Estrella. Salimon puntuales a las 4:05 e hice la mayor parte del recorrido solo en mi compartimento de 8. Hicimos un montón de paradas en la zona vasco-frencesa, pero donde hubo movimiento de viajeros fue en Bayona. Desde allí hasta Burdeos, fin de trayecto, no hubo muchas paradas pero sí más viajeros. Mi compartimento se llenó con otro viajero. Sí, se llenó, pero es que ambos teníamos un maleta en el pasillo, bolsa de mano, abrigo, etc.

Alvia con destino Hendaya

Ha sido la vez que con más anticipación he llegado a tomar un tren del que ya tenía billete. Parte de la anticipación era para evitar correr y sudar sin poder ducharme hasta llegar a Limoges cerca de la media noche. También quería imprimir el billete de ese Talgo con 60% de descuento que me he pillado para la vuelta de Reyes. Ya puestos, reestructurar el equipaje: me cabía todo en la maleta, pero prefería llevar una bolsa de mano para las cosas que fuera a necesitar durante el viaje, que iba mejor dentro de la maleta para los trayectos a pie.
Hice todo lo que quería y me puse a esperar a que llegara el Alvia a las 9:19 por vía 1, la del control de equipaje por rayos. Llegó el patito y tomé posesión de mi asiento, en cabeza del tren. Era un tren nuevecito, como que era su recorrido inaugural. Nótese que el domingo entraba en vigoir el nuevo horario ferroviario. Estuve muy atento a la entrada de Burgos porque esperaba llegar a la nueva estación Rosa de Lima, pero llegamos a la de siempre.
La meseta castellana presentaba un frío invernal de haber pasado una noche al sereno, pero al llegar a Pancorbo empezamos a ver nieve. Cuando acabó la nieve, ya en Guipúzcoa, se empezaron los paisajes verdes que no tienen qué envidiar de Asturias.
Para comer, como el Alvia llegaba a las 2 y había desayunado pronto, me pillé unas empanadas en el Mercadona y me comí la miktad en el tren. Cuando nos acercábamos a Irún empezó a llover y un operario se puso a pasear pegado a las ventanillas de cara a los sillones para darles la vuelta.

viaje a Limoges

Voy a narrar aquí, ya que tengo el blog abierto, la aventura limusina también.

Cena navideña salustiana

El doctor Crespo (descendiente de Salustio por línea directa de varón) organizó el sábado del Madrid-Barça una cena de Navidad para reunirnos los antiguos residentes. Aunque sabía que tenía que viajar, como era materalmente posible, me comprometí a ir a la cena salustiana, a sabiendas de que el sueño me iba pasar factura. Me lo pasé bien, pero pasó lo que siempre acab ocurriendo y es una de la cosas que más me desanima a salir de fiesta: que Morfeo te ire de una manga y los colegas de otra. Y en este caso, que me tenía que despedir de gente que no veo desde hace años, no podía hacer la de Cantautor, que desaparece sin que te des cuenta.
Al final, depués de contarle a todo el mundo que no es que pueda dormir o dejar de dormir en los diversos trenes, sino que no me puedo permitir quedarme dormido y perder el tren. Tenía que haberme marchado con Antonio, porque entre unas cosas y otras, al final no puede marcharme hasta las 2. Todavía tenía que acabar el equipaje. Sólo me olvidé de meter una cosa: el plano de Limoges. ¡Con lo cnfiado que estaba yo de poder contar con un plano de Limoges del coloquio que hubo el fin de semana cuando ZP fue reelegido! No sólo el plano, sino también una idea de la escala de la ciudad (bastante pequeña) también resulta muy útil.

martes, 7 de octubre de 2008

Regreso sano y salvo

Ésta es una nota breve, pues ya escribiré más detalladamente, pero quiero dar noticia de mi regreso sano y salvo.
Salida de Rio: tarde del jueves 2.
Llegada a Madrid: mañana del viernes 3.
Llegada al pueblo: tarde del viernes 3.
Llegada a Pucela: tarde del lunes 6.

lunes, 29 de septiembre de 2008

Nuevas entradas

Reanudando mi actividad, he añadido dos nuevas entradas en el sábado 13.
He añadido después nuevas entradas en el domingo 14, el sábado 21 y el domingo 22.
Próximamente nuevas entregas.

viernes, 26 de septiembre de 2008

7 days to go

Desde este momento faltan 7 días para decir adiós a Rio y a Brasil.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Resaca del Corcovado

El domingo 22 no me podía ni levantar de la cama. Me dolían horrores todos los músculos de las piernas, en especial, de la derecha. Levantarme de la cama o de una silla me resultaba una tortura. Por el contrario, descubrí que la marcha horizontal no me resultaba ningún problema. Eso sí, tenía que ser totalmente recta y horizontal. Llegué a la conclusión de que ese dolor era por el esfuerzo en el tramo final del ascenso al Corcovado que hice de músculos que normalmente no se utilizan. Estuvimos subiendo peldaños irregulares de medio metro y haciendo equilibrios. Así también se explica el uso asimétrico de ambas piernas, y declara sin lugar a dudas cuál es mi pierna dominante.

La primavera

Según información del IMCCE, que se dedica a calcular estas cosas, el equinoccio de primavera tendrá lugar hoy a las 12:44, hora local, que serán las 17:44 en España. Volveré a poner en el Tuenti el concierto de Vivaldi, para seguir con mi política de desmitificación de las estaciones.

Subida al Corcovado (tercer intento)

El viernes 20 quedé con Jorge para repetir la excursión al Corcovado que el hiciera con Javier Ribón en 2006, pero sin lluvia. Como el camino no es claro y el que se lo sabía era Javier Ribón, miramos en internet y encontramos un mapa detallado para no perderse. Como a esa hora estaba cerrada la sala donde se puede imprimir, lo copié a mano, que tampoco cuesta tanto siendo tan esquemático.
Habíamos quedado el sábado a las 9:30 en el Parque Lage, y conseguí madrugar lo suficiente. Lo que creí que me iba a retrasar fue Doña Celia, que tiene una habilidad para buscar los momento más inoportunos para decir cosas importantes. Tengo la sospecha de que lo hace a posta, para intentar pillarte en un renuncio o que le des la razón para librarte de ella y pasar a lo importante.
Pensaba que llegaba tarde, pero un sábado a esas horas no hay nada de tráfico. Hice un trayecto en ómnibus que me dio incluso 5 minutos de adelanto. Allí me encontré con Jorge y comenzamos a subir hasta por la parte que era fácil de recorrer pero fácil de perderse, porque había muchas bifurcaciones. Luego seguía una parte muy empinada donde era imposible perderse, porque sólo había un camino. En ocasiones parecían escaleras marcadas por las raíces. Otras veces había que agarrarse a las ramas. Si el camino estás húmedo debe ser peligroso.
Ya dejamos de charlar y sólo decía Jorge “todavía queda lo peor”. En un momento había que escalar una roca resbaladiza sin puntos de apoyo ni de agarre. Jorge dijo “pues hay otro sitio peor ya cerca del final, tanto que han tenido que poner unas cadenas”. Pudimos comprobar que ése era el sitio que antes tenía las cadenas, pues conservaba las argollas y estaba cerca del final. Fuimos a dar a la vía del tren, a una altura donde hay santos: Nossa Senhora, São Sebastião, etc. Cuando estábamos mirando el paisaje en la curva OH, pasó el tren subiendo. Al llegar arriba pudimos comprobar que no se podía subir al Cristo sin entrada, salvo si subes en el tren, y que tampoco se puede comprar la entrada arriba. Lo mismo les pasó a los grupos que hacían el camino delante, y supongo que también a los que venían detrás.
Antes no cobraban por entrar, se les debe haber subido a la cabeza eso de ser Maravilla del Mundo. Está bien que lo exploten, pero que dejen la posibilidad de comprarlo arriba. Simplemente no habían considerado que la gente puede subir desde el Parque Lage, que es una ruta conocida y figura en las guías, en lugar de por la carretera. Para evitar la congestión en la cima del Corcovado, lo que habían hecho era poner la entrada en Paineiras, no dejando subir vehículos más que de los trabajadores. La gente compra la entrada en Paineiras y toma unos microbuses que suben y bajan, como a Machupicchu. La única solución que nos dieron fue que bajáramos en microbús, compráramos la entrada y volviéramos a subir. Tampoco sé si nos habían dejado montarnos sin entrada.
Evidentemente bajamos, pues ambos habíamos estado ya antes. La bajada fue larga; más que la subida, porque es menos empinada. En un cierto momento rodeamos una favela . Menos mal que iba con Jorge, porque me habría dado mucho miedo estar tan cerca de una favela solo. Cuando empezó el barrio de Cosme Velho es cuando el camino volvió a ser empinado. Había que irse frenando de lo inclinas que estaban las calles, algo así como la calle que baja entre las Cerradillas y la casa de la Cristi.
Ya abajo, vimos la plaza del Boticario y seguimos para Laranjeiras. Vimos los soportales donde se refugiaron Jorge y Javier Ribón. Paramos en un restaurante de Laranjeiras a comer feijoada, porque los sábados es costumbre comer feijoada. Ninguno pudimos con lo que nos sirvieron, aunque Jorge cayó antes. Como hacía buena tarde y ya estaba cerca del centro, decidí marchar a Niteroi. Tomé un ómnibus hasta la Praça XV, que es donde se toma el ferry a Niteroi. Cuando ya estaba en Niteroi me di cuenta de que no tenía más referencia de dónde estaba el Museo diseñado por Niemeyer que cerca. Estuve pasaeando por Niteroi, pero nadie me ofrecía confianza para preguntar.
Volví decidido a ir a Lapa, bien al 2º concierto del ciclo que empezó la semana anterior, bien a tomar el 409. Para no volverme a perder, retrocedí hasta la Avenida Presidente Vargas, hasta llegar a la estación de metro Uruguaiana. Ahí pude ver en el plano que tienen cuál era el camino hasta Lapa. Por el camino, puede ver la extraña catedral de São Sebastiao, pero parece una pirámide azteca, pero conoidal. En Lapa vi la temerosa cola que había para el concierto, así que tomé el 409 y me fui a casa a ducharme y a descansar. Supongo que si hubiera llegado 5 minutos antes en Niteroi, podría haber tomado el ferry anterior y llegado antes. También habría ganado tiempo si me conociera Centro.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Grande Prêmio de Itália

El domingo 14 se disputó el Gran Premio de Italia de Fórmula 1 en el circuito de Monza, y no quería perdérmelo. Aunque se disputan a las 2 de la tarde en horario local, aquí son las 9 de la mañana. Me desperté con suficiente antelación como para poder desayunar sin prisa antes de la carrera. Ojalá me hubiera despertado con prisa, porque así no me habría dado otra vuelta y quedado dormido hasta que hubo acabado la carrera. Lo peor de todo fue que, al despertarme por segunda vez, miré sólo los minutos y no la hora, con lo que creía que aún estaba a tiempo. Sólo después de desayunar con prisa vi que ya no había nada que hacer.

Centro y Lapa

El sábado 13, guiándome por el Jornal do Brasil, fui a ver la exposición de grabados de Rubens en el centro. El centro de Rio es un barrio que se llama Centro, pero sólo es en el sentido histórico y empresarial. Es lo peor que he visto de Rio. Si Rio es el culo del mundo, Centro es el ano. Fui en metro hasta Uruguaina, saliendo en la Avenida Presidente Vargas, que debe ser la raja del culo. Es una avenida que hicieron cercenando lo que había en medio, sucia y llena de indigentes que viven bajo los soportales. Fui directo al centro cultural donde era la exposición y, al cruzar el umbral, parecía otra cosa
Después de la pintura, quería ir a Lapa a un concierto de música antigua. Tenía una hora de margen entre el cierre de la exposición y el inicio del concierto. Por querer atajar, me perdí, sin poder encontrar la boca de metro que quería (Uraguaiana) ni la que me indicaban los carteles (Cinelândia), pero llegué a Lapa y me topé con el teatro donde era el concierto. Sólo gasté media de la hora de margen que tenía, aunque me pareció eterna por el miedo que tenía. Estaba en el peor barrio de Rio que he estado, perdido, y a veces tenía que atravesar calles desiertas. En un momento llegué a pasar por delante de la ópera; debía ser la ópera porque la gente me ofrecía entradas de reventa. Cuando encontré Lapa con el teatro bien visible, me llevé una gran alegría. Todavía pude comprar entrada de las baratas y bien situada.
No sé si en España habría tenido algún problema para entrar por vestir como suelo hacerlo, pero aquí sólo había una advertencia que decía que no se permitía pernera corta más que a los niños de hasta 10 años. No sólo pasé sin problemas en un teatro que parecía elegante, sino que comprobé como la gente llevaba pernera corta hasta los 30 años. Esta es una de las pocas cosas positivas que tiene la cultura carioca, y que debíamos importar a España, que cada cual viste como quiere y puede y se la trae floja como lo hagan los demás.
Era la primera vez que escuchaba a un contratenor en vivo. Una cosa es ver Farinelli il Castrado y otra tener un contratenor delante de ti. También era la primera vez que podía ver tocar un clavecín, y escucharlo bien, porque la vez de San Pablo no cuenta. Como aquél concierto fue gratuito, se llenó de gente que llevó a los críos y no tenía ningún respeto por no hacer ruido.
Paradojas del destino, al final sí fui a Lapa a escuchar música, pero no como Maycol se imaginaría. Al salir sí pude encontrar la boca de metro de Cinelândia, sólo que no estaba bien indicada. Ahora ya cómo salir de Lapa en Metro. Todavía me tengo que aprender por dónde pasa en ómnibus, que es más barato y me deja en la puerta de casa.

sábado, 13 de septiembre de 2008

El churrasco del viernes

Me pidió Jorge que le comprara el Jornal do Brasil, porque los viernes trae un suplemento con la programación cultural completa. Así pues, bajé a Jardim Botânico en horario de oficina para pasar por el banco, por el supermercado y por el kiosko. Con el calor que hacía ese día y los planes que teníamos, me fui derecho a la ducha. La idea era ir a un churrasco cerca del IMPA por el cumpleaños de un amigo de Maycol y, de ahí, marchar a Lapa en el ómnibus.
Cuando me fui a duchar, antes de que me pudiera mojar incluso, se saltaron los plomos. Aquí el agua caliente es eléctrica, ya era de noche, y la señora de la casa estaba muy tranquila marujeando como para buscar y apagar el electrodoméstico correspondiente. Como tampoco tenía tiempo para esperar, me cambié y fui. Si no sabe llevar una casa con inquilinos, que no los tenga.
Fui al churrasco, que ya lo tenía pagado, y esa fue mi primera alegría del día. Un churrasco es como una parrillada pero a la brasileña. En lugar de trocear la carne y ponerla después a asar, asan las piezas enteras y luego trocean. Para acompañar, como aquí no saben qué es el pan, tomar farola. Fue la primera vez que me pareció bien la farola, y nada seca ni áspera, porque la mezclamos con una ensalada muy caldosa. Fue también la primera vez que me pareció bien una cerveza brasileña. Bueno, como son agua, tenía sed, y estaba bien fría, pues cualquier cosa gusta.
A mitad del churrasco se acabó la cerveza y el cumpleañero recaudó para comprar más. Pagamos tanto por la segunda tanda de cerveza como por el churrasco entero, pero no se podía seguir en seco. Al final volvió a pedir más, pero le dije que no, que yo ya había terminado. Debió ser la opción mayoritaria, porque al poco nos disolvimos. Aquí se nota la divergencia entre Maycol y yo: para él lo importante el la cerveza, y el churrasco es una excusa para beber, para mí lo importante es el churrasco, y la cerveza es sólo para regalo.
Para amenizar la velada pusieron música directamente de los mp3 a los altavoces del chiringuito. Pusieron de todo, incluyendo Have you ever seen the rain? o una versión de Under my umbrella en portugués, con la letra totalmente cambiada. Pusieron salsa y otras músicas en español, para delicia de los peruanos y colombianos, y una cosa que me resisto a denominar música y que dicen que se lleva mucho en Lapa.
Como no se me quitaron las ganas de ir a Lapa, para ir de una vez, esperé para ir. Como allí sólo se movían Carol, Carlos y Luz, marché con ellos, que tomaron camino de la parada del ómnibus. Se pasaron de largo, bajando hasta casa. Como está al lado, pensaba que querían dejar o coger algo, así que esperé. Al parecer, no tenían ninguna intención de marchar a Lapa. Yo tampoco estaba por la labor de subir a la parada del ómnibus sin garantía de encontrarme a Maycol.
Mientras esperaba, me puse a hablar con los Bruno y Mauricio. No sé por qué, pero sólo charlamos a horas intempestivas. Estuvimos repasando el sistema docente del IMPA, ese gran menospreciado. Resulta que en el IMPA se puede estudiar todo lo que yo estudié en la carrera, pues tienen que nivelar. Como todo en este país, tiene errores de bulto que se podrían solucionar si coste adicional, pero no lo hacen. Si la política de selección del IMPA fuese hacer superar a los alumnos dificultades innecesarias, al menos habría un plan detrás de esto.
Como escribo esto con mucha distancia, no recuerdo bien, pero creo que después de esta charla, me duché al fin. A partir de ese momento cogí la costumbre de ducharme por la noche, cuando no hay cola ni sobrecarga eléctrica.

martes, 9 de septiembre de 2008

Sexo en Sudamérica

Igual me equivoqué en la anterior entrada Sexo en Rio al respecto de lo que opinaba Doña Celia, pues me pareció entender que el chico que se mudó a la habitación de matrimonio con su chica, en realidad está casado con ella. Tampoco me extraña, después de que una cusqueña que había en el curso de Lima hablara de su esposo.
Aquí todo el mundo está emparejado, con parejas bien estables (aunque se dicen enamorados) compromisos de matrimonio, o incluso ya casados. Como dije ya, puede que sea por el sesgo de hispanohablantes. Según pude apreciar en Lima, allí la gente tiene las ideas que se tenían en España hace una generación o dos. Según me contaron, allí sólo son sexualmente libres los extremos: los ricos muy ricos o los pobres muy pobres. El grueso de la sociedad se encuentra encorsetado por esa malla de costumbres que trasplantamos a América. Los chicos buscan encontrar pareja, porque ellas son duras, y las chicas buscan amarrar a la suya, para que lleguen hasta el matrimonio. Y respecto a las otras dos combinaciones posibles, los chicos homosexuales pueden pasar las de Caín si se les nota la pluma, y las lesbianas pueden considerarse afortunadas porque sólo los que han viajado al extranjero saben que existen.
Las relaciones de corto plazo gozan de mala fama; los peruanos dicen "choque y fuga", como en los accidentes de tráfico. Me preguntaba un peruano si era verdad que los españoles éramos tan liberales como se dice en Perú y si era verdad que se llevaba tanto el choque y fuga. En fin, también respecto al sexo el Perú parece la España de tiempos del Caudillo, aunque todo empezó a encajarme cuando les pregunté por la difusión del preservativo.
Igual lo único que quiere Doña Celia es, insistiendo como en todo lo demás, es que arrume uma muchacha para que tenga una razón para volver, porque está que no caga con eso. O, a la vista de lo que he contado antes, para comprobar que no sea ningún desviado, como dice ella, porque, estando en doctorado y según sus parámetros, ya debería tener pareja estable o, incluso, un anillo en la mano. No recuerdo en cuál de las manos significaba novios (i.e. prometidos) y en cuál esposos.

lunes, 8 de septiembre de 2008

Subida al Corcovado (segundo intento)

Esta tarde subí finalmente al Corcovado. Tampoco encontré autobuses de la línea 584 que buscaba ayer, pero ya me había mirado otras líneas alternativas. Puede tomar la 570, cuyo itinerario al principio de despistó, porque atraviesa un túnel alterando el orden normal de los barrios. Llegué pues, a Cosme Velho, de donde sale el tren al Corcovado. Localizar la estación no tiene pérdida, porque está enfrente de la iglesia del apóstol olvidado. Allí estaba la parroquia de San Judas Tadeo, cuyo título rezaba “Judas apóstol y mártir”.
Yo veía una cola temerosa, pero luego me dijeron que yo no tenía que esperarla, que era un grupo organizado. Ese tal grupo era el 12º congreso de la pastoral familiar. Todos llevaban cruces, rosarios y medallitas del Papa. En el vagón todos los que me acompañaban eran de este grupo, pero me dejaron colarme para entrar en el primer grupo. El tren es electrificado con catenaria, pero tiene una cremallera entre ambos raíles para poder subir las cuestas. La subida es impresionante, y la vista desde arriba también.
El cristo es más pequeño de lo que me esperaba. Está todo hecho de triangulitos pequeñitos; si fueran azulejos lacados, parecería de Gaudí. Tiene marcados el corazón y los agujeros de los clavos. Aparecieron unos animales salvajes que iban a buscar entre la basura algo de comer. Parecían una cosa intermedia entre mapaches y tasugos. Eran muy graciosos y los turistas les echaban de comer.
El tiempo que prometía soleado, se torció según caía la tarde. ¡Malditos autobuses que me impidieron haber ido ayer! Pero aún así, tuve la oportunidad de ver la ciudad desde sin nubes hasta con niebla. Incluso nos atravesaron algunas nubes, lo cual resultó espectacular: el cristo se llevaba a desvanecer por completo para emerger entre la niebla, como cuenta el evangelio que se les apareció a los apóstoles después de resucitado.
El problema era que todo esto vino acompañado de viento, de frío relativo y de algo que parecía lluvia, y yo me había ido de corto por el gran calor que hacía y se preveía. Lo que parecía lluvia creo que era condensación en las hojas de los árboles, porque sólo llovía debajo de ellos. El espectáculo del cristo en la niebla lo vi sentado en el suelo, para cortar el viento, pero luego ya me marché a tomar el tren de vuelta. En la cola sí que pasé frió, hasta que pasamos a la zona de embarque, pero lo pasé menos tiempo que muchos otros.
Abajo en Cosme Velho hacía 22ºC y se podía pasear. Me la volvieron a jugar los autobuses. Me coloqué en la acera donde esperaba encontrar el 569, que es el sentido inverso de aquél con el que había venido. Encontré dos autobuses de las 583 pasando por San Judas Tadeo en sentidos opuestos; yo fui al de mi lado, pues esperaba que fuera el mío, pero era el contrario, porque iba por Botafogo en lugar de por el túnel. Me cambié de acera y esperé a que pasara algún 583. Comencé a bajar la calle y no me topé con ninguno hasta Largo de Machado; lo que sí me encontré fue venir a varios 584, que es con el que quería haber venido ayer. ¡Malditos autobuses de Rio!
Allí en Largo de Machado hay una boca de metro. Con el billete unitario no se puede trasbordar, pero se puede pedir unitario+trasbordo por el mismo precio. Así ya entiendo qué sentido tiene utilizar el Metrô na Superfície, siendo más caro que el ómnibus, es que se puede conseguir un trasbordo gratis. Mi idea era tomar el metro hasta Botafogo y continuar con el trasbordo hasta Jardim Botânico. También podría hacer tomado allí el 409, que me deja en la puerta de casa, pero esta vez sí que me veía con ganas de subir Pacheco Leão, no como el día del eclipse.
Resulta que el tiempo que te dan para trasbordo es de 2h, y trasbordando en la 2ª estación me iba a sobrar por todos los lados, así que decidí aprovechar ese tiempo para cenar en el Kilograma, que está a veinte metros de punto de trasbordo, ya que empezaba a tener hambre y no me apetecía esperar.
Aunque sea más caro que el ómnibus, yo me fío del metro, porque sabes por dónde tiene que pasar. Ya me tengo trazada una excursión que puedo hacer por el sencillo del Metrô: Maracanã y Maracanãzinho. Acepto comentarios de los futboleros, que me digan qué es lo que se podría ver por allí.

25 days to go

Desde este momento faltan 25 días para decir adiós a Rio y a Brasil.

domingo, 7 de septiembre de 2008

Grande Prémio da Bélgica

Vuelvo a hablar de Fórmula 1, la única cosa que continúo siguiendo aquí, desde e otro lado del mundo. Como ya comenté, aquí no hacen cortes publicitarios, sino que insertan cuñas radiofónicas acompañadas de iconos marginales que no impiden seguir viendo la carrera a pantalla completa. Aquí puede decirse, a diferencia de lo que ocurre en España, que aquí la publicidad se inserta en la Fórmula 1 en las mismas condiciones que en el fútbol. Antes de introducir la cuña, canta el locutor “Globo, a gente se ve por aqui!”. Nótese que Globo es el nombre de la cadena y “a gente” es la forma coloquial de decir nosotros.
Hoy volvimos a tener un final de carrera emocionante, para los que digan que está todo resuelto después del último repostaje. Hamilton ultrapasó a Räikkönen comiéndose una chicane, pero no le devolvió la posición correctamente antes de adelantarle definitivamente. Räikkönen se salió y el británico volvió a subir al podio como en Hungría. Los comisarios deberían estudiar el caso y sancionar a Hamilton por no haber devuelto la posición, por ejemplo, con puntos o con puestos para a próxima parrilla.

Subida al Corcovado (primer intento)


Esta tarde iba a ir al Corcovado, porque estaba bien despejado, pero me traicionaron los autobuses. El tren del Corcovado se toma en Cosme Velho y, según la página web, la línea 584 cubre el trayecto Ióquei-Cosme Velho, pero no pasó ninguno. Como no puedo estar parado esperando, me puse a caminar en la dirección correcta y por la acera adecuada para poder ver al autobús. Mi idea era comer en Cosme Velho antes de subir al Corcovado, pero se me hicieron las 4 de la tarde. Comí en Botafogo en un restaurante a quilo (que se llama precisamente Kilograma) donde celebráramos el cumpleaños de Orestes. Desistí de ir al Corcovado, pues ya quedaba pocas horas de luz, y me decidía a ir a Lapa, para verlo de día.
Me perdí, con lo que se frustró también mi plan de ir a ver Lapa a la luz del día. Como yo no llevaba plano, mi idea era entrar por una boca de metro que me pillaba de paso y consultar allí el plano, que es muy extenso y detallado. La primera estación que encontré era la 3ª al sur de donde yo esperaba, por lo que había desandado mucho camino. Volví hacia al norte el equivalente a 4 estaciones hasta llegar a Lapa.
Podría decir que Lapa no es nada del otro mundo, pero mentiría. Lapa parece el mismísimo Hades. De hecho, nada más entrar en Lapa, cruzó por delante de mí un perro negro que frenó en seco para no ser atropellado por un coche. Un símbolo ctónico, según la mitología griega. Huele mal; las calles están llenas de porquería. La gente va a allí a bailar, a beber y, deduzco por los tenderetes, comer algún perrito caliente para llenar el buche. No salí antes de allí porque quería ver los famosos arcos de Lapa. Estos arcos de Lapa parecen un acueducto romano, y de hecho fueron un acueducto en el siglo XVIII. Ahora circula un tranvía por arriba.
Para volver, me volvió a pasar lo mismo, no encontrando la boca de metro que deseaba. Mi plan era ir en metro hasta Botafogo, cenar allí, comprar abarrotes y regresar en el 409, que me deja en la puerta de casa. No encontré el metro, pero sí por dónde pasaba la línea 409, así que cambié de planes y me llegué hasta Jardim Botânico. Podía haber seguido hasta casa, cenando allí y dejando las compras para el domingo, pero me bajé en allí para cenar y comprar. Como no era demasiado tarde, subí caminando, con lo que al final me ahorré R$2,60 y añadí 1,8km a mi paseo. En total fueron, según Google Earth, 19km.

viernes, 5 de septiembre de 2008

Vista Chinesa

Este lunes no tenía clase por la tarde, pero había planeado ir a unos exámenes de qualificação, para ver como eran. Como no veía aparecer a nadie más, pregunté si no era costumbre que asistiera gente, aunque fueran públicos. Yo me esperaba que los examinados prefirieran que fuera gente, como en una tesis, pero parece que es al contrario. Como me encontré con un montón de tiempo libre en horas diurnas y el fin de semana suele hacer mal tiempo, decidí hacerme una escapada a la Vista Chinesa, que es un sitio cercano al IMPA al que se debe ir de día y con buen tiempo.
Como dije al principio, más allá del IMPA, la selva; pues sí, la Reserva Nacional da Tijuca. La carretera Doña Castorina a cuyo comienzo está el IMPA, continúa adentrándose en la selva. Subí sólo hasta la Vista Chinesa, que es un mirador con un porche octogonal estilo chino. Está a 4km desde el IMPA, según Google Earth, lo que en total hacen 8km de paseo. Desde allí se veían perfectamente todos los barrios que rodean a la Laguna. Desde esta altura, ya el IMPA no me parece tan alto.
Encontré una cosa curiosa a mitad de camino. Al parecer, se trataba de un santuario a los espíritus de la selva. La gente encendía velas y dejaba ofrendas. Lo más curioso era un cartel que decía “escucha la palabra de la divinidades” y atribuía a cada uno de los espíritus unos consejos. Todos venían a decir “me agrada tu oración y con ella me basta”. Por ejemplo, la divinidad de la mata decía “no dejes velas encendidas, pues podrías quemar mis árboles”; la divinidad de las aguas decía “no dejes ofrendas en mis arroyos, pues podrías contaminar mis aguas”.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Sexo en Rio

Los cariocas tienen fama de promiscuos, pero yo no he visto que hagan honor a ella. En el IMPA creo que están todos emparejados con parejas bien estables y decididos a llegar hasta el matrimonio. Al menos los de doctorado, aunque los de maestría también muestra esa tendencia. Una cuestión terminológica: aquí dicen novios sólo cuando hay compromiso de matrimonio, en caso contrario dicen enamorados. Me resulta curioso, cuando no gracioso, oír decir cosas como “mi enamorada estuvo en Valladolid en junio”. Bueno, igual mi muestra está sesgada, pues yo me muevo con los hispanohablantes, como es natural, pero ya hablaré del sexo en Perú en otra entrega.
Maycol y Carol están que no cagan con llevarme a Lapa un viernes, que allí es donde dicen que está la marcha. Doña Celia les da coba y me vaya a Lapa para arrumar uma muchacha. Creo que me está lanzando indirectas para que me traiga a alguna tía a casa para acostarme con ella. Me dijo que las muchachas me iban a ver que tenía la sangre caliente y se me iban a echar encima, porque dice que aquí hay mucho desviado.
Uno de los chicos, que dormía en la habitación común, se trajo a la novia y se mudó a una habitación de matrimonio. De hecho, doña Celia se cambió la habitación para dejarle la que ocupaba ella. Necesito más información, por eso prometo una segunda parte. Y si alguien se había pensado al leer el título que había pillado con alguna mulata, siento desilusionarle, aunque las hay que están muy buenas (dicho sea de paso) incluso en el mismo IMPA.

martes, 2 de septiembre de 2008

Enfermedades tropicales

Nos advirtieron del dengue y la malaria, que no tienen vacuna. Nos vacunaron contra la fiebre amarilla, la hepatitis y la fiebre tifoidea. Pero de lo que no nos vacunaron, tampoco nos advirtieron y nunca habría esperado pillar en Rio es el resfriado común. Los cariocas tienen una obsesión terrible con el aire acondicionado. Hay autobuses urbanos que publicitan que tienen aire acondicionado, y son más caros. En el IMPA todas las aulas y la biblioteca tienen aire acondicionado. Es una tortura, y a veces lo ponen excesivamente fuerte. El fin de semana pasado estaba anormalmente fuerte, y no fui el único de los que estudiábamos ahí que me resfrié. Ahora llevo una chompa para ponérmela en la biblioteca y en clase.
Tengo una congestión terrible. Echo unos mocos que parecen mezclados con farofa. Vivo a 2km de la farmacia más cercana, y creo que se me va a pasar antes de que pueda bajar a comprar nada. Analgésicos sí que tengo, paracetamol e ibuprofeno, y sí que me están sirviendo.
Cuando hay un brote de dengue, dicen que ponen el aire tan fuerte para evitarlo, porque los mosquitos huyen del frío. Cuando no hay brote de dengue, como ahora en invierno, que el mosquito transmisor está inactivo, también ponen el aire acondicionado bien fuerte

lunes, 1 de septiembre de 2008

Una fabada con cuchillo y tenedor

Este domingo fui a comer feijoada a la Casa da Feijoada, en Ipanema. Me recorrí el distrito entero porque Google Maps no indicó bien la altura de la calle. Cuando llegué al final y desistí, porque ya había llegado al final de la calle, entonces me la encontré; era el último número de la calle. Cuando llegué tenía un hambre temerosa, porque eran las 3:30 y aquí se almuerza a las 12. Tardé 2h y dejé parte porque mi estómago dijo basta. No sé si sería un rodízio de feijoada, eso me pareció, pero no decía rodízio en ningún sitio.
A diferencia del feijão, la feijoada es una fabada con todo su compango. Aquí el paternóster debería traducirse diciendo “el feijão nuestro de cada día”. Las alubias cotidianas del tercer mundo americano son negras y pequeñitas. Los guatemaltecos comen esas alubias de cutiano, pero utilizan las blancas y las rojas para hacer fabada. Los brasileños no: ellos hacen la feijoada con el mismo feijão preto de todos los días, sólo que con compango. Lo más curioso es que aquí comen con tenedor tanto el feijão como la feijoada.
Volví por la playa de Ipanema, donde una parejita de argentinos me pidió (en español) que les sacara una foto. No fueron a los únicos hispanohablantes que encontré; cerca de mi paseaban otros que comentaban que Rio es turismo, São Paulo es negocios y Brasilia es política. Como era domingo, la vía expresa que hay entre la calle y el paseo marítimo estaba cerrada, y la gente paseaba por ella o hacía exhibiciones de monopatín. Justo estaba pensando que por la tarde del domingo sí sería necesaria la vía expresa cuando oímos una sirena. Venía por la vía expresa una furgoneta a baja velocidad abriendo paso al tráfico. Parece ser que la vía expresa está cerrada los domingos hasta las 6, que es cuando se pone el sol.
Pasé a Leblon, que es la continuación natural de Ipanema, y entré por el Shopping de Leblon, que está mejor que el de Botafogo y, desde luego, mejor que el de Gávea. Como acabé de comer a las 5:30, no cené, que no tenía ganas.

lunes, 25 de agosto de 2008

Botafogo (3)

Este domingo, como al final hizo bueno, fui a Botafogo. Tomé como referencia la parada de la vez anterior, frente al Botafogo Praia Shopping. Llegué a la hora de almorzar, así que lo primero que hice fue entrar a un restaurante a quilo. Jorge se preguntaba por qué la gente, en los restaurantes a quilo, se servía paletadas inmensas de arroz, que es lo más barato, ya que todo te lo pesan junto. Allí te anuncian un precio oficial, pero sólo es válido para lo que ellos consideran una comida razonable: mitad plato de fondo, mitad acompañamiento. Si no lo tomas así, que aplican otro precio superior que está escrito antes de la báscula, pero no en el exterior. Tampoco es tan caro el precio de sólo plato de fondo, así que es lo que me serví y lo que pagué.
Después de comer, me decidí a pasear por la playa de Botafogo, que no es nada del otro mundo. Dicen que a la gente no le gusta porque está sucia a causa del puerto. Paseé por toda la ensenada de Botafogo, hasta el final de la paya de Flamengo, teniendo como paisaje de fondo el Pan de Azúcar. Nótese que el Botafogo y el Flamengo son dos equipos de fútbol rivales.
Se veía al fondo el aeropuerto Santos Dumont. Es un aeropuerto pequeñísimo, con una pista tan corta que a los pilotos se exige un mínimo bastante grande de horas de vuelo. Casi todos los vuelos se han llevado al Galeão, pero el puente aéreo con São Paulo se hace ahí, porque está adyacente al centro financiero.
Santos Dumont fue un francobrasileño pionero de la aviación. En la placa conmemorativa que tiene en su plaza epónima, asegura que fue el primer hombre en volar con una máquina autopropulsada más pesada que el aire. Empezó trabajando con globos en París, de ahí se pasó a dirigibles y continuó. Acabó sus días en São Paulo viendo como los hermanos Wright se habían llevado el reconocimiento que él merecía, enfermo y triste al ver como se hacía uso bélico de sus inventos. Se suicidó y fue entonces cuando los brasileños supieron apreciar lo que tenían.
A la vuelta, tenía vista del Corcovado, pero estaba nublado y el Cristo Redentor se veía de tanto en tanto. Como tenía sed, probé el coco gelado, que se vendía a R$2 en los chiringuitos. Tienen una nevera llena de agua fría y cocos, cocos verdes y llenos de líquido. Cuando tú pides un coco, el tío saca uno de la nevera y, con un machete, le pega cuatro tajos. Un tajo en la base, para poderlo apoyar o agarrar mejor. Tres tajos arriba, para abrir un triangulito por donde meter la pajita. Por cierto, que en Hispanoamérica no dicen pajita, porque entienden lo que nosotros pajilla; dicen sorbete o pitillo, según el país.
Entre la última calle y la playa hay una vía expresa, pero estaba cerrada por ser domingo, por lo que la gente la utilizaba para pasear. Cuando se puso el sol, entré al Shopping de Botafogo y estuve husmeando un poco, y compré en el supermercado Lojas Americanas, para no tener que bajar a comprar a Jardim Botânico.

domingo, 24 de agosto de 2008

Grande Prémio da Europa

Esta mañana se ha corrido en Valencia el Gran Premio de Europa de Fórmula, aunque allí era por la tarde. A primera vista, los comentaristas no son tan flipados como el Calvo de Telecinco. A diferencia de lo que acostumbran en España, no hacen cortes de publicidad. Tienen unos patrocinadores fijos, como en el fútbol, y ponen el corte con todos sus anuncios antes de la carrera y antes del podio. Durante la carrera sólo hacen cortes del sonido que no interrumpen la imagen. Al igual que el Calvo canta la clasificación antes de marchar a publicidad, augurando un accidente en la ventanita, el locutor brasileño comenta algo de la programación de Globo, canta el eslogan de la cadena y hacen el corte. Como ya he dicho, sigues viendo lo que pasa en la pantalla grande, sólo sale un casco en la esquina superior izquierda que luego se convierte en el logotipo de un patrocinador, mientras suena una cuña radiofónica muy breve, unos 5 segundos.
Cuando gana un brasileño sí que son flipados. Globo tiene una cuña radiofónica que insertan en el sonido cada vez que gana un brasileño. No sé si viene de antes o la han hecho para los Juegos Olímpicos, pero aquí sí que se flipan. Y eso que, como decía Jorge, en España sólo se ve bien exhibir la bandera cuando ganamos algo.

sábado, 23 de agosto de 2008

Have you ever seen the rain? (3)

Ya lo decía la predicción del tiempo: chubascos para el sábado. Nadie creía la predicción del tiempo. No se la creyeron la portuguesa, ni su novio, ni Liliana, ni doña Celia. Pero acertó; más aún, empezó a lloviznar por la noche del viernes. Mi plan era ir al IMPA mañana y tarde, bajando a comer y cenar a casa. El trayecto al IMPA es breve, ya tengo paraguas, y tengo libertad para escoger el momento en que escampe. Tuve que hacer uso de esta libertad retrasando mi salida, pues llovió con ganas. Resonaba desde dentro de casa la lluvia en el tejado.
Esto es llover y lo demás son tonterías. I wanna know, have you ever seen the rain?
Cuando llegué al IMPA, me encontré con Fabio, el que fuera compañero de despacho mío. Él salía para almorzar y yo entraba para estudiar un par de horas antes de almorzar. Luego ya no volvió a llover en todo el día, aunque estuvo amenazando. A la salida del IMPA me encontré un cable de la luz, esa de 125V que llevan en cables pelados, con un pequeño fuego fatuo que goteaba como si fuera agua. Seguramente le cayó una gota de resina, como ya me ha pasado alguna vez en el brazo.

Jardim Botânico

El horario del IMPA está muy mal preparado. Está todo concentrado en el centro de la semana y en en centro del día. Como ellos siguen la semana litúrgica, el domingo es el primer día de la semana, seguido por la segunda feira, terça, quarta, quinta, sexta y sábado. Pues su horario está concentrado de martes a jueves. De hecho, los lunes y los viernes solo tengo cursos que hago porque quiero, no porque me haya mandado Jorge. Más aún, el lunes sólo tengo clase por la tarde y el viernes sólo por la mañana, lo que me permitiría, si quisiera, tomarme un fin de semana largo para un viaje.
Dentro de cada día, concentran las clases en las horas anterior y posterior al almuerzo. La pausa del almuerzo es de una miserable hora y media. ¡Qué menos que dos horas! Tres estaría bien, pero ya las cuatro horas de Felipe son excesivas. Con sólo hora y media sólo hay tres opciones: o sale pronto y corres al comedor para llegar antes de que se forme fila, o te chupas un cola temerosa, o te vas estudiar como una hora o tres cuarto y llegas almuerzas cuando se ha acabado la cola, pero a toda prisa.
Está muy mal está concentración de horarios porque, teniendo tantas horas libres, me coincide portugués con el curso de JVP. Este viernes, como sólo tenía clase de inglés, mee tomé la tarde libre. El pronóstico del tiempo dice que el sábado lloverá, y Maycol dice que las predicciones de lluvia para Rio son muy fiables. Como tengo libertad de horarios, hago una permuta con el sábado, que estará mejor para estudiar.
Si quería aprovechar las horas de luz de la tarde, no podía irme muy lejos. Fui al jardín botánico, que da nombre a nuestro barrio. Es un jardín que mandó plantar el rey de Portugal cuando llegó a Rio huyendo de Napoleón. Es una maravilla, una de esas cosas que te hacen olvidar las cosas malas y compensar toda la mierda de esta ciudad. Lástima que cobran entrada y no hay abono mensual. Si fuera de acceso libre, yo me iría ahí a pasear para hacer matemáticas. Algunas ideas esenciales me han venido paseando por la Solana de Palacios.
Por cierto, no fui al drink de inauguración, sino que estuve cenando bien.

viernes, 22 de agosto de 2008

Zona Sul

Al llegar a casa, doña Celia me dijo que en el Zona Sul tenían pizzas en promoción. Resulta que tenía hambre, pocas ganas de cocinar y, como puede comprobar haciendo inventario, no tenía suficientes abarrotes para desayunar al día siguiente. Así pues, bajé al Zona Sul caminando con intención de volver en ómnibus, cenado y abarrotado.
No sé si lo he comentado antes, pero el Zona Sul es un supermercado de productos más selectos (frente al Pão de Açúcar, que es más popular) y tiene una sección que es restaurante. Me sigue pareciendo extraño, pero allí se puede desayunar con buffet al peso y comer o cenar pizzas y lasañas cocidas en horno de leña que tiene allí mismo. Toda esta comida, al igual que algunos productos del autoservicio, tienen un PVP y un precio de oferta para clientes con tarjeta. Doña Celia me dio el número de la suya para que me pueda aprovechar de esos descuentos. El descuento con cartão Zona Sul suele ser del 10%, pero algunos días hacen promoción especial y hacen descuentos mayores en productos concretos. Por ejemplo, las lasañas tienen un fuerte descuento de lunes a jueves a la hora de almorzar; supongo que porque tienen menos demanda.
Ese día estaba en promoción una de las pizzas más caras. El descuento para clientes con tarjeta de fidelización llegaba al 50%, haciéndola la más barata. La oferta era sólo para ese día; no sé por qué. Supongo que será que pueden permitirse reducir el precio si hacen en cantidad, y de esta manera se garantizan concentración de la demanda. Con el estómago lleno me puse a comprar abarrotes y casi desvalijé el supermercado. En total me gasté R$54, que aquí debe ser una pasta.
Por cierto, es casi imposible encontrar jabón en gel. Tiene estanterías enteras llenas de champúes y de acondicionadores, y de jabón en pastilla, pero de gel nada. Supongo que será una cuestión cultural, y que se duchen con pastilla, lo mismo que aquí la sacarina no se encuentra en pastillas sino líquida.

Underground

Me llevaba Maycol insistiendo varios días en que fuera a estudiar a las nuevas salas para doctorandos, que todavía había espacios libres. Finalmente el jueves 21 me encontró que había tenido que salir de la biblioteca al banco de enfrente para pillar wifi y me llevó allí. Ellos las llaman las salas underground, aunque sólo están enterradas por uno de sus lados, es otro da a la selva. Tan recién hechas están que hay cosas sin concluir, por ejemplo, la puerta que sale al jardín, donde faltan las escaleras para salvar el desnivel. Eso sí, están alejadas de todo lo demás del IMPA.
Todo muy nuevo, de blanco inmaculado y lleno de enchufes ambivalentes, a diferencia de la Biblioteca. Parecía muy acogedor a primera vista. En la entrada había una pizarra y unos sofás, tipo despacho de Aroca. En la pizarra se decía que el viernes a las 7 habría drink de inauguração. Me instalé para continuar la carta que estaba escribiendo a Jorge, pero ahí empezaron mis problemas.
Los enchufes ambivalentes no son sino enchufes de clavija plana con unos agujeros testimoniales por los que se supone que entran los enchufes europeos. En Lima también tenía esos enchufes, pero no me dieron ningún problema; supongo que porque estaban usados y ya habían dado de sí. Aquí siempre hay que hacer fuerza para meter y sacar los enchufes, pero no demasiada, pero el de la sala underground me recibió con un chispazo. No fue tan fácil acceder al enchufe, porque están colocados estratégicamente teniendo en cuenta la posición precisa de la patas de las mesas: los pusieron exactamente detrás de las patas. No queda espacio entre la pata y el enchufe para que entre un conector, así que hay que apartar la mesa. Como son mesas corridas, tienes que apartar 10 metros de mesa, si con suerte no hay nadie trabajando, y empujar el conector con posturas forzadas, porque el acceso directo es imposible.
De todos estos problemas que tuve para enchufar el ordenador dejé constancia en la carta que le escribí a Jorge, pero no fueron nada en comparación con la odisea posterior. Si para meter el enchufe tuve que alejar 10cm de la pared los 10m de mesa corrida, para sacarlo tuvimos que apartarlos 2m para podernos meter y tirar del enchufe turnándonos y haciendo fuerza con todo el cuerpo. En esas me dió un calambre, menos mal que aquí tienen corriente de juguete 125V.
Analizándolo fríamente, me di cuanta de que el problema es que las clavijas del enchufe del ordenador son muy gordas, como de enchufe de potencia. Los enchufes de los electrodomésticos pequeños, incluidos algunos de los de doña Celia, son más delgados y sí que entran en lo ambivalentes. La solución fue tomar prestado un adaptador a clavija plana. Me costó meterlo, porque el tamaño sí que importa, pero ahora está sólidamente unido y puedo enchufar en cualquier enchufe brasileño, incluyendo los de la biblioteca.

Addendum: me he encontrado con Hispanohablantes que dicen mazmorras, así que mazmorras de ahora en adelante.

jueves, 21 de agosto de 2008

Botafogo (2)

El miércoles 20 habrá de figurar en el calendario como día nefasto. Escribo estas líneas mucho después (porque ya he aprendido a publicar con fecha retroactiva) para mantener la cronología, y la memoria selectiva ha hecho olvidar los detalles más negros, pero recuerdo que todo me salió mal.
Para empezar, no puede ir al examen de calificación de Ulises porque me coincidía con un curso, aunque me propuse ir a la celebración. Fuimos a Botafogo a las 7 de la tarde (o quizás fue las 8, ya no recuerdo) no sabía yo muy bien a qué. Fuimos a una terraza y pidieron cervezas. Yo suponía que tomaríamos un poco, iríamos a cenar y después pasaríamos a Lapa, pero no fue así. De lo único que nos alimentamos fue de los petiscos, y su cultura no les llega para saber ir de tapas.
Aquí su idea es beber y beber. Dice un refrán se o Flamengo ganhar, a gente bebe para celebrar, se o Flamengo perder, a gente bebe para esquecer. Además, su cerveza es una porquería bien cristiana, y me refiero al sentido de bautizar el vino. Definitivamente, yo en ese plan no vuelo a salir con ellos. Como quien no quiere la cosa, se alargaron hasta las 12 y poco. Fuimos a comer una empanada porque nuestro estómago lo necesitaba. Me recomendaron que tomara un taxi, que me saldría como por R$8, y que el mejor sitio para tomarlo era en el paradero del ómnibus. Me acerqué, pues, a la parada del autobús dispuesto a parar el primer taxi libre que viera.
Pasaron varios taxis ocupados, pero la Fortuna me vino a tender su mano en este día aciago, pues ya habían era técnicamente jueves 21. No llevaba ni un minuto esperando cuando apareció en 409, lo paré y me subí. Ya estaba en puerto seguro. Al llegar a casa, evidentemente, lo primero que hice fue hacerme un perrito caliente.
En este plan no vuelo a salir, que ya les veo de qué van y qué hacen antes de ir a Lapa a las 12, y no es cenar precisamente. El viernes celebran las inauguración de las nuevas salas, pero no me apetece nada ir, porque empiezan a las 7 y van en plan de ir a beber a saco. Igual me paso, por compromiso y para volverme pronto, porque es en el IMPA. Desde el IMPA sé que puedo volver a casa sin problema.

lunes, 18 de agosto de 2008

Las playas de Rio (2)

El domingo 17, por consejo de doña Celia, fui a la playa de Recreio, en la zona de Barra. No me advirtió de que se tarda 2 horas en ir, sólo que es el final de línea, lo que siempre hace más fácil tomarlo de vuelta. Salí a las 11 y llegué a la 1. Como ya era hora de almorzar, comí en el mismo Recreio antes de bajar a la playa. Sabiendo el tiempo e que disponía antes de la puesta de sol, paseé y me bañé, pero sin dejar mis cosas en la arena, porque no me fiaba.
Pasaba gente vendiendo cerveza, gaseosas, e incluso pizzas. Había otro que recogían latas, pero no para limpiar la playa, sino para venderlas a peso para reciclaje. Cuando cayó el sol y antes de que oscureciera, fui para la parada del ómnibus. Marché a las 6, llegando a las 8.
El paseo fue bueno, pero a esta playa no vuelvo. A la playa de Barra igual sí, que está a medio camino.

domingo, 17 de agosto de 2008

La playas de Rio (1)

El título de esta entrada lleva una clara alusión a Smale, matemático que escribía en sus libros cosas como "este teorema lo demostré en la maravillosa playa de Copacabana".
El sábado, ya que había salido un fin de semana soleado, quería ir a laplaya. Entre pitos y flautas llegué a la playa después del ocaso, pero también mereció la pena. Quería ir a la playa de Leblón, que es la más cercana, pero el pésimo trazado urbano me desvió hasta Ipanema. El barrio está lleno de conventarros, parcelas gigantes como el Jardín Botánico, el Hipódromo o estadios de fútbol. No sólo la temperatura de Rio permite meter los pies al agua por la noche con la seguridad de que van a estar secos al llegar al paseo marítimo, sino que las playas más turísticas (como Copacabana e Ipanema) están iluminadas con potentes focos y con bastante de gente haciendo el mismo paseo que yo.
Caminé en dirección a Copacabana, teniendo en frente un disco lunar enorme que se estaba eclipsando. Un eclipse de luna es un fenómeno que se puede observar incluso desde la ciudad más contaminada limínicamente; basta que esté despejado el cielo y no haya edificios por la región celeste a observar. Pasé a Copacaba y continué hasta que el eclipse finalizó y mis pies se cansaron. El cabo que separa Ipanema de Copacabana está ocupado por el parque Garota de Ipanema, que toma su nombre de una famosa canción, y el Fuerte de Copacabana.
Como no tenía ganas de caminar, intenté tomar el ómnibus, pero no sabía por qué calle circularía el mío, con qué frecuencia, ni dónde pararía.
Explorando el interior de Copacabana, quiso la Fortuna que llegara a una boca de metro, de manera que pude conocer otra distinta. Las estaciones de metro cuentan con un amplio vestíbulo con billetería y plano de la red. Consuté el plano y vi que lo mejor era tomar el metro hasta Botafogo, que ya conocía, y ahí tomar el 409 hasta casa. Me parecía una exageración pagar R$2,60 por sólo dos paradas, pero hacer el recorrido en superficie cuadruplica la longitud, debido a la orografía. También resultaba paradójico que me estaba alejando de mi casa, pero por el metro de Botafogo pasa el 409, que tiene buena frecuencia (a esas horas) y me deja en la puerta de casa. Si hubiera tomado cualquier otra línea (salvo la 125) habría tenido que subir Pacheco Leão a pie o enlazar con la 409. El problema de la 125 es que tiene muy poca frecuencia y no sé por qué parte de Copacabana pasa. Al final hice un trayecto óptimo.
Es curioso cómo están señalizadas las direcciones de una línea; no por la estación terminal, sino por los puntos cardinales. El metro está bien, a diferencia de todo lo demás en Rio. Seguramente es nuevo y no ha dado tiempo a estropearse y que lo dejen sin arreglar. No tenía catenaría, así que me fijé en qué podía suplirla. Una opción sería utilizar cada raíl por separado, pero eso generaría problemas de no poder utilizar el tren entero como masa. Creo que la catenaria, no en el sentido literal sino de potencial eléctrico, va entre los raíles. En las líneas nuevas de Madrid, la catenaria es una tira metálica fijada en el techo o colgando, en las estaciones, colgando como verdadera catenaria. Pues lo de Rio parecía lo mismo pero en el suelo. Por eso ponía un aviso: en caso de accidente no camine sobre las vía salvo que un agente se lo indique, podrían estar electrificadas.

Botafogo (1)

El viernes 15, Orestes, el novio de Liliana, me invitó a su cumpleaños, que iba a celebrar, junto con otras dos celebraciones más, cenando en un rodízio de pizzas en Botafogo. Para ir a Botafogo es sencillo, pues se puede llegar con la línea 409 de ómnibus, que sale desde la parada terminal de Horto, entre el IMPA y mi casa. Conocí en el ómnibus a un alumno muy peculiar del IMPA, del que ya hablaré cuando comente su sistema educativo, quien me indicó dónde estaba mi parada: el metro de Botafogo. Ya que estaba allí, husmeé un poco por la estación de metro de Botafogo y me pareció decente. Es un metro de verdad, no un autobús gestionado por Metrô, la compañía del metro.
En el rodízzio de pizzas servían tanto pizzas saladas, con queso, como pizzas dulces, con chocolate. Era una reunión de hispanohablantes del IMPA, aunque no estaban todos. Al terminar pensaban ir a Lapa. Yo había quedado con Maycol para ir a Lapa, porque estaba muy pesado en que fuera a Lapa, pero Maycol no vino al cumpleaños, así que pensé en ir con ellos. Luego cambiaron de idea y decidieron ir a Santa Teresa, que está más cerca. Al final fuimos a una terraza sin movernos de la cuadra. Por esa calle pasa en 409 de vuelta, lo cual es una ventaja.
No sé de qué va la gente de esta ciudad, ya escribiré más sobre el tema, porque salen muy tarde y los transportes públicos se terminan muy pronto. Teniendo en cuenta que van con horario solar, salir entre las 11 y las 12 es como salir entre la 1 y las 2 en términos españoles. Según me dice Maycol, es la hora a la que se sale; la hora de volver no sé cuándo será.
Parece ser que, espués de medianoche, el 409 sólo pasa una vez cada hora. Ulises, que también vive cerca del IMPA, me dijo que habíamos perdido el que pasa entre las 12 y la 1. Me esba dando el sueño y yo pensaba que no iba a aguantar una hora hasta el siguiente, pero estuve hablando con la portuguesa y su novio se me hizo corto. Al cumplirse 50 minutos del paso de la línea, salimos a esperar al ómnibus, para que no se nos escapara esta vez.
Cuando llegué a casa pensaba ir derecho a la cama, pero conocí a Mauricio, que estaba tomando leche con cereales antes de acostarse. Como quien no quiere la cosa, estuvimos hablando de complejidad computacional hasta las 3 y media, y porque teníamos sueño. Por cierto, creo que la gente se pasa de juerga toda la noche, saliendo con el último ómnibus de la línea regular y regresando con el primero de la mañana siguiente. En la caja de cereales ponía "después de toda la noche bailando necesitas un desayuno bla-bla-bla".

sábado, 16 de agosto de 2008

Pronunciación del portugués brasileño

Ya estaba al tanto de las particularidades del portugués respecto al gallego, y de éste al español, pero eso no basta para entender a los brasileños. Ya venía sobre aviso, gracias a Rodericus y a Heleno, de varias particularidades del brasileño respecto al portugués. Una de ellas es la sustitución de la r fuerte por el de la j castellana. Otro es la palatalización de las dentales seguidas de vocal anterior.
También sé que no pueden terminar las sílabas con determinadas consonantes, como las oclusivas, que también son difíciles en castellano. Como adaptan los anglicismos fonéticamente, y muchos de ellos les resultan impronunciables, colocan la letra e tras las consonantes que no pueden pronunciar en posición final. Por ejemplo, futebol<football, pingue-pongue<ping-pong, handebol<handball y, mi favorito, time<team, que pronuncian chim. De hecho, parece evidente a primera vista que time es un anglicismo, pero resulta que no es el anglicismo que parece a primera vista.
En portugués, según parece, la l se velariza a final de sílaba. Los brasileños han llegado al extremo de convertirla en una u semivocálica. Por ejemplo, brasiu<Brasil, jeau<real y chiu<til. Parece ser que no es sólo una impresión mía, sino que los brasileños llegan a cometer faltas de ortografía por no saber si una sílaba termina en l o en u.
No sé si fue una impresión mía o que llegan a considerar la l velar un alófono de la u semivocálica, porque he tenido un malentendido con Doña Celia debido a ello. Ella dijo varias frases en primera persona del singular en pasado. Explicitaba el sujeto, porque en estos tiempos se conjuga igual que la tercera. El sujeto que explicitaba era eu, pero yo le entendía el, por eso le pregunté "quién" y respondió "eu" señalándose con la mano.

viernes, 15 de agosto de 2008

Conjugación verbal

Si ya me parece que es uso usted en castellano empobrece la conjugación, nos dimos cuenta ya en América. La segunda persona del plural parece ser exclusiva de la Península; acá en América la suplen con ustedes. De hecho, me preguntan los peruanos si en España se utiliza ustedes y les choca que se utilice precisamente como plural de usted.
El portugués de Brasil, sobre el que he de hablar en sucesivas entradas, también empobrece la conjugación peninsular. Gana en simetría, eso sí, porque destierra toda la segunda persona, supliéndola por você/vocês. Esta forma você me recuerda al voacé del Siglo de Oro, forma apocopada de vuestra merced, al igual que usted.
Pero el empobrecimiento de la conjugación verbal brasileña va más allá. Para la segunda persona del plural, en lugar de nós dicen a gente, con el consiguiente paso a tercera persona del singular. Puede ser un fenómeno oral que se evita en la escritura, porque en una clase el profesor dijo "a gente sabe" y escribe "sabemos", aunque también lo he visto en la publicidad escrita. En el supermercado Pão de Açúcar decía "você compra, a gente carrega as sacolas". En el supermercado Zona Sul decía "tudo para você gostar da gente".
Conviene estar al loro de este uso, porque en castellano se utiliza como impersonal colectivo. Por ejemplo, un brasileño que explicaba su trabajo a otros dos brasileños, en plan informal de café, decía como "a gente sabe" y "a gente cree". En español entenderíamos que son conocimientos o creencias generalizadas entre los matemáticos que trabajan en esa área, pero los que sabían o creían esas cosas eran él y su compañero.
Al menos la primera persona del singular permanece inalterada, aunque ya comentaré una confusión que tuve con ella. Nótese que en ciertos tiempos verbales se conjuga igual que la tercera.

jueves, 14 de agosto de 2008

Clases de idiomas

Aquí en el IMPA hay clases de idiomas gratuitas para sus alumnos. El martes 12 me colé a un grupo de portugués, el de portugués para hablantes de lenguas romances. Me vendría muy bien, pero desgraciadamente su horario coincide de pleno con el de una asignatura que comienza la próxima semana y a la que tengo que asistir.
El miércoles 13 me colé en una clase de inglés. No sabía si iba al grupo adecuado. Probé suerte en el grupo de nivel más alto ofertado. Le pusieron el nombre de upper-intermediate para no espantar a la gente, pero en realidad es inglés avanzado. Probé porque me venía bien de horario, y acerté. Charlé con la profesora antes de comenzar la clase sobre si ése era mi nivel y, a la vista de mi nivel en conversación, dijo que sí.
Va a dar tanto peso al oral como al escrito, lo cual creo me va a venir bien para la redacción del artículo. Una cosa que conviene destacar, y que marca una gran diferencia con el inglés de instituto, es cómo realizamos la parte escrita. Pone deberes de redacción, sí, pero no pierde tiempo en clase con ellas. De hecho, no necesitamos cuaderno, ni las redacciones van en papel; utilizamos el correo electrónico.
A diferencia de esa fauna que puebla nuestra ecuación primaria y secundaria, no tiene miedo de las nuevas tecnologías. De hecho, nos recomienda que redactemos en un procesador de textos y luego lo peguemos en el correo. Dice que así evitamos esos pequeños errores obvios tipográficos u ortográficos y de concordancia. Más aún, añade que a ella le pasa lo mismo con en portugués y que le resulta muy útil con el par ç/ss.
Un brasileño alumno del curso, con el que almorcé después, me observó que nuestro acento (de los hispanohablantes) al hablar inglés se le parecía al de los de la India. Hablando luego con él (en portugués) llegamos a la conclusión de que también se le parecía al de los japoneses y era porque separamos claramente las sílabas y hacemos que las sílabas átonas no sean tan átonas, sino tónicas secundarias más bien. Bueno, y por no distinguir las vocales medias. Por cierto, hablando con él en portugués me dijo que le sorprendía que utilizase "las palabras correctas" pronunciando tan mal el portugués.

Picos en clase

Hoy miércoles 13 me he colado en una clase de maestría. Así llaman a un nivel intermedio entre la licenciatura y el doctorado. Parece que es lo que pretenden implantar en España con la reforma boloñesa. Si se dice que Félix López va como una moto, este tío comprimía las clases de Félix López a razón del doble o el triple. Por cierto, era un rojo del copón: llevaba pins con la bandera comunista, el retrato del Che Guevara, e incluso la efigie de Mao.
Bueno, a lo que íbamos, los picos en clase. En primera fila, los únicos de primera fila, eran una parejita que, en cierto momento en mitad de la clase, se han dado un pico. Lo más parecido que había visto era a la Reguera con Piltant en una conferencia en el Seminario, también en primera fila. Me cuentan mis compañeros que, cuando nosotros estábamos en primero, dos de nuestra clase se estaban besando y Dionisio les interrumpió diciendo "podíais cortaros un poco" o algo así. Yo no lo vi, porque estaban en última fila y, cuando quise girar la cabeza, ya se había disuelto el asunto, por eso no lo cuento como visto ni sé si era un piquito o un morreo.

martes, 12 de agosto de 2008

Las compras

En este país de cutres, hay cosas que no se pueden comprar en una tienda, sino en puestos ambulantes no siempre atendidos. Ya tuve un problema para copiar una llave. Me dijeron que había una caseta de cerrajería bajando nuestra calle, enfrente del edificio de Globo. Lo hay, efectivamente, y estaba abierto, pero no atendía nadie. Menos mal que apareció una señora con la misma intención que yo y se informó en los locales circundantes de dónde podíamos copiar las llaves. Al final me llevó a otra caseta cercana y allí copiamos las llaves. Costaba R$5, muy caro comparado con España.
Otra cosa que me dicen que sólo se puede comprar en puesto ambulantes es un paraguas. Además, esos puestos ambulantes están sólo abajo, en la calle principal, por la mañana o los días de lluvia. Es muy oportunista para la gente que vive por allí, pero para mí es lo peor. El sábado perdí la oportunidad porque divisé uno,m pero cuando me ecerqué a comprar, ya había volvado. Al final puede comprarlo el lunes a mediodía.

Los bancos

Las oficinas bancarias de Brasil abren de 10 a 16h. Tienen un vestíbulo lleno de cajeros automáticos, pero cajeros de atención al cliente. Si no eres cliente de ese banco, no tienes nada que hacer. Más aún, fuera del horario de oficina, por seguridad, dispensan sólo cantidades muy pequeñas de dinero, creo que hasta R$100. Supongo que lo hacen por agilidad y comodidad del cliente. Los cajeros automáticos duplican la capacidad de cajeros del banco en horas de oficina, lo que permite a los clientes agilizar las operaciones mecánicas. También permite poder hacer estas operaciones fuera de horas de oficina, e incluso disponer de efectivo para poder tirar hasta que vuelva a abrir el banco.
Es otro concepto de cajeros automáticos, distintos del que estamos acostumbrados en España. Encontrar un cajero que acepte tarjetas internacionales es bastante difícil. En todo el barrio, que tiene varias oficinas bancarias, sólo una tiene un cajero que acepte tarjetas internacionales. Un solo cajero, especial y separado de los comunes. Igual es porque Citibank es un banco internacional, a diferencia de los otros bancos, que eran brasileños.
Lo que me sorprendió es que aceptan tarjetas de crédito en muchos establecimientos, tanto tiendas como restaurantes. Para mí mejor, y pago con tarjeta siempre que tengo la oportunidad, como recomendaba Jorge. Lo que pague con tarjeta me lo convierten a euros con un tipo de cambio justo. Tampoco me cobran comisión; se la cobran a ellos. Además, me cargan toda la cuenta del mes después de que me hayan ingresado la nómina. Sin embargo, la comisión del dinero que saque en efectivo la pago yo. Al comprar reales con euros, aparte de que no es tan fácil cambiar como en Perú, no te cobran comisión, pero ya te lo incluyen en la asimetría de tipos de cambio.