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domingo, 14 de diciembre de 2008

Alvia con destino Hendaya

Ha sido la vez que con más anticipación he llegado a tomar un tren del que ya tenía billete. Parte de la anticipación era para evitar correr y sudar sin poder ducharme hasta llegar a Limoges cerca de la media noche. También quería imprimir el billete de ese Talgo con 60% de descuento que me he pillado para la vuelta de Reyes. Ya puestos, reestructurar el equipaje: me cabía todo en la maleta, pero prefería llevar una bolsa de mano para las cosas que fuera a necesitar durante el viaje, que iba mejor dentro de la maleta para los trayectos a pie.
Hice todo lo que quería y me puse a esperar a que llegara el Alvia a las 9:19 por vía 1, la del control de equipaje por rayos. Llegó el patito y tomé posesión de mi asiento, en cabeza del tren. Era un tren nuevecito, como que era su recorrido inaugural. Nótese que el domingo entraba en vigoir el nuevo horario ferroviario. Estuve muy atento a la entrada de Burgos porque esperaba llegar a la nueva estación Rosa de Lima, pero llegamos a la de siempre.
La meseta castellana presentaba un frío invernal de haber pasado una noche al sereno, pero al llegar a Pancorbo empezamos a ver nieve. Cuando acabó la nieve, ya en Guipúzcoa, se empezaron los paisajes verdes que no tienen qué envidiar de Asturias.
Para comer, como el Alvia llegaba a las 2 y había desayunado pronto, me pillé unas empanadas en el Mercadona y me comí la miktad en el tren. Cuando nos acercábamos a Irún empezó a llover y un operario se puso a pasear pegado a las ventanillas de cara a los sillones para darles la vuelta.

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