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miércoles, 17 de diciembre de 2008

Convite de Primitivo

El miércoles había quedado con Primitivo, que me invitaba a comer en su casa para que conociera a su mujer y a sus hijos. Fui a la facultad casi exclusivamente para quedar con él, pero salimos muy tarde. A esa hora, como todo el mundo está comiendo, es la hora más tranquila para trabajar. Como no fuimos directos a su casa, sino que pasamos antes por la gasolinera y por el Champion, ya tenía bastante hambre cuando llegué. Como ya me acostumbré en verano a la comida sudamericana, no me sorprendió la paletada de arroz inmensa que cubría el plato. De primero puso alubias pintas, con lo que me esperaba otro día de gases. Según su consejo, eché el arroz a las alubias, que esto queda bien. Esta es la costumbre brasileña, a diferencia de la costumbre española de echar arroz mientras se cuece, una manera perfecta de echar a perder tanto las alubias como el arroz.
Sirvió desde el principio los dos platos: las alubias y el filete ruso con una paletada de arroz. Aquí sin embargo, si comen las alubias con cuchara. Cuando estaba acabándome las alubias me preguntaron mosqueados que si era vegetariano, porque no había probado el filete. No les entraba en la cabeza eso de dos platos. Los gabachos son muy jerárquicos en esto, como en todo, y hay un solo plato principal, siendo lo demás entrantes o postres. Así pues, acabé las alubias con su arroz y pasé al filete acompañándolo, en el hueco que dejó la paletada de arroz, con ensalada.
Su mujer me resultó muy maja, y su crió el pequeño tan hiperactivo que hacía a su hermana pasar desapercibida. Si se me hace raro que estos jóvenes como Joris o Jacques Arthur estén casados, más que lo esté un estudiante de doctorado. Bueno, en términos sudamericanos no es tan raro, como Carlos el paraguayo en el IMPA.

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