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domingo, 14 de diciembre de 2008

Burdeos y Aquitania

Como tenía más de hora y media de espera en Burdeos hasta tomar el tren de las 20:09 a Limoges, me dediqué a inspeccionarla un poco. Para resuardarme del frío, entré en la ala de espera. Me resultó curioso el silencio que había. Si hubiera habido luz, me habría parecido una biblioteca, pero así parecía un tanatorio. Como sólo anuncian la vía de cada tren con un cuarto de hora de antelación, me quedé allí esperado y merendando a la hora francesa de cenar, por si luego no podía en el tren.
Resulta que los trenes regionales en Francia son verdaderamente regionales en tanto en cuanto están financiados por los gobiernos regionales. Los trenes que tomé eran TER-Aquitaine, y y articulan radialmente Aquitania, cuya capital es Burdeos. Ya dentro del tren, el revisor me dijo, chapurreando inglés, que en Périgueux tenía que cambiar de tren, que el enlace estaba garantizado por la SNFC. Así fue, y pasamos a un tren mucho más pequeño que iba hasta Limoges y que pertenecía a la red TER-Limousine, con centro en Limoges, pero integrado en una sola línea de la SNCF.
Cada vagón de estros trenes era un mundo. Había un vagón de asientos agrupados de 4 en 4. Había otro vagón de asientos con mesa plegable para poner el ordenador. Había vestíbulos entre vagones con asientos abatibles y un toilette de tamaño decente. Este servicio tiene un tamaño para desenvolverse y una puerta automática, tipo servicio público recién estrenado de los que instalan algunas ciudades (como Barcelona, porque los de París dejan mucho que desearn, pero menos da una piedra) en la calle.
Cuando estaba pensando en cenarme la última ración de empanada del Mercadona, el de asiento de enfrente nos ofreció una chocolatina. La rechazamos, pero ya me dio corte ponerme a cenar. Si hubiera sabido gabacho, le habría dicho que yo ya llevaba mi propia cena. Cuando supe que trasbordábamos de tren, pensé en cenar en el otro, pero fui a coincidir (ya es casualidad) con el mismo tío al lado.
El tren hasta Périgueux era enorme y luminoso; en tren hasta Limoges tenía un ambiente más íntimo y nocturno. El tío este bajó en la única parada intermedia hasta Limoges. COmo ya no me podía entretener miranando las estaciones, porque quedaba una hora sin ninguna ya hasta Limoges, me cené lo que quedaba, para no esperar hasta llegar al hotel.

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