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viernes, 22 de agosto de 2008

Underground

Me llevaba Maycol insistiendo varios días en que fuera a estudiar a las nuevas salas para doctorandos, que todavía había espacios libres. Finalmente el jueves 21 me encontró que había tenido que salir de la biblioteca al banco de enfrente para pillar wifi y me llevó allí. Ellos las llaman las salas underground, aunque sólo están enterradas por uno de sus lados, es otro da a la selva. Tan recién hechas están que hay cosas sin concluir, por ejemplo, la puerta que sale al jardín, donde faltan las escaleras para salvar el desnivel. Eso sí, están alejadas de todo lo demás del IMPA.
Todo muy nuevo, de blanco inmaculado y lleno de enchufes ambivalentes, a diferencia de la Biblioteca. Parecía muy acogedor a primera vista. En la entrada había una pizarra y unos sofás, tipo despacho de Aroca. En la pizarra se decía que el viernes a las 7 habría drink de inauguração. Me instalé para continuar la carta que estaba escribiendo a Jorge, pero ahí empezaron mis problemas.
Los enchufes ambivalentes no son sino enchufes de clavija plana con unos agujeros testimoniales por los que se supone que entran los enchufes europeos. En Lima también tenía esos enchufes, pero no me dieron ningún problema; supongo que porque estaban usados y ya habían dado de sí. Aquí siempre hay que hacer fuerza para meter y sacar los enchufes, pero no demasiada, pero el de la sala underground me recibió con un chispazo. No fue tan fácil acceder al enchufe, porque están colocados estratégicamente teniendo en cuenta la posición precisa de la patas de las mesas: los pusieron exactamente detrás de las patas. No queda espacio entre la pata y el enchufe para que entre un conector, así que hay que apartar la mesa. Como son mesas corridas, tienes que apartar 10 metros de mesa, si con suerte no hay nadie trabajando, y empujar el conector con posturas forzadas, porque el acceso directo es imposible.
De todos estos problemas que tuve para enchufar el ordenador dejé constancia en la carta que le escribí a Jorge, pero no fueron nada en comparación con la odisea posterior. Si para meter el enchufe tuve que alejar 10cm de la pared los 10m de mesa corrida, para sacarlo tuvimos que apartarlos 2m para podernos meter y tirar del enchufe turnándonos y haciendo fuerza con todo el cuerpo. En esas me dió un calambre, menos mal que aquí tienen corriente de juguete 125V.
Analizándolo fríamente, me di cuanta de que el problema es que las clavijas del enchufe del ordenador son muy gordas, como de enchufe de potencia. Los enchufes de los electrodomésticos pequeños, incluidos algunos de los de doña Celia, son más delgados y sí que entran en lo ambivalentes. La solución fue tomar prestado un adaptador a clavija plana. Me costó meterlo, porque el tamaño sí que importa, pero ahora está sólidamente unido y puedo enchufar en cualquier enchufe brasileño, incluyendo los de la biblioteca.

Addendum: me he encontrado con Hispanohablantes que dicen mazmorras, así que mazmorras de ahora en adelante.

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