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domingo, 17 de agosto de 2008

La playas de Rio (1)

El título de esta entrada lleva una clara alusión a Smale, matemático que escribía en sus libros cosas como "este teorema lo demostré en la maravillosa playa de Copacabana".
El sábado, ya que había salido un fin de semana soleado, quería ir a laplaya. Entre pitos y flautas llegué a la playa después del ocaso, pero también mereció la pena. Quería ir a la playa de Leblón, que es la más cercana, pero el pésimo trazado urbano me desvió hasta Ipanema. El barrio está lleno de conventarros, parcelas gigantes como el Jardín Botánico, el Hipódromo o estadios de fútbol. No sólo la temperatura de Rio permite meter los pies al agua por la noche con la seguridad de que van a estar secos al llegar al paseo marítimo, sino que las playas más turísticas (como Copacabana e Ipanema) están iluminadas con potentes focos y con bastante de gente haciendo el mismo paseo que yo.
Caminé en dirección a Copacabana, teniendo en frente un disco lunar enorme que se estaba eclipsando. Un eclipse de luna es un fenómeno que se puede observar incluso desde la ciudad más contaminada limínicamente; basta que esté despejado el cielo y no haya edificios por la región celeste a observar. Pasé a Copacaba y continué hasta que el eclipse finalizó y mis pies se cansaron. El cabo que separa Ipanema de Copacabana está ocupado por el parque Garota de Ipanema, que toma su nombre de una famosa canción, y el Fuerte de Copacabana.
Como no tenía ganas de caminar, intenté tomar el ómnibus, pero no sabía por qué calle circularía el mío, con qué frecuencia, ni dónde pararía.
Explorando el interior de Copacabana, quiso la Fortuna que llegara a una boca de metro, de manera que pude conocer otra distinta. Las estaciones de metro cuentan con un amplio vestíbulo con billetería y plano de la red. Consuté el plano y vi que lo mejor era tomar el metro hasta Botafogo, que ya conocía, y ahí tomar el 409 hasta casa. Me parecía una exageración pagar R$2,60 por sólo dos paradas, pero hacer el recorrido en superficie cuadruplica la longitud, debido a la orografía. También resultaba paradójico que me estaba alejando de mi casa, pero por el metro de Botafogo pasa el 409, que tiene buena frecuencia (a esas horas) y me deja en la puerta de casa. Si hubiera tomado cualquier otra línea (salvo la 125) habría tenido que subir Pacheco Leão a pie o enlazar con la 409. El problema de la 125 es que tiene muy poca frecuencia y no sé por qué parte de Copacabana pasa. Al final hice un trayecto óptimo.
Es curioso cómo están señalizadas las direcciones de una línea; no por la estación terminal, sino por los puntos cardinales. El metro está bien, a diferencia de todo lo demás en Rio. Seguramente es nuevo y no ha dado tiempo a estropearse y que lo dejen sin arreglar. No tenía catenaría, así que me fijé en qué podía suplirla. Una opción sería utilizar cada raíl por separado, pero eso generaría problemas de no poder utilizar el tren entero como masa. Creo que la catenaria, no en el sentido literal sino de potencial eléctrico, va entre los raíles. En las líneas nuevas de Madrid, la catenaria es una tira metálica fijada en el techo o colgando, en las estaciones, colgando como verdadera catenaria. Pues lo de Rio parecía lo mismo pero en el suelo. Por eso ponía un aviso: en caso de accidente no camine sobre las vía salvo que un agente se lo indique, podrían estar electrificadas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

nanana Copa, Copacabana
nananosequé de la Havana
nanana Copa, Copacabana




que me voy a Berlín!!

Anónimo dijo...

Pero ibas solo por esas playas...! Llama cuando puedas.